miércoles, 30 de septiembre de 2009

Loop

Dos horas. Hace dos horas que canto esto. Pegame y llamame Manu Chao.

Ay papito, ay mamita
Qué bien se está en la camita

Yo loco loco y tu loquita
Yo pana pana y tu panita
Yo chango chango y tu changuita

Autoconsejo

Zip the lip, Maru.

Declaración innecesaria

Me hubiera quedado todo el día en la cama.

Mantra de miércoles

No.
No.
No.
No.
No.
No.
No.

La visita

Estoy sentada en la cama. No me gusta mirar la televisión sentada, siempre prefiero acostada o tirada en el piso, pero estoy sentada. Son las once y media de la noche y estoy esperando a la visita. No estoy del todo concentrada en el último capítulo de la segunda temporada de Six Feet Under, estoy pensando en otras cosas. Yo siempre pienso en otras cosas. Puede que esté asintiendo con la cabeza o dándote una respuesta de lo mas elaborada sin tener la mas remota idea sobre qué estamos hablando. Me desconcentro. Con cualquier cosa. Es uno de mis mayores defectos. Pero en un momento estoy verdaderamente concentrada en lo que pasa en la serie. Te podés dar cuenta fácil si estoy concentrada en lo que esté mirando en la televisión: giro un poco la cabeza hacia mi izquierda y miro medio de reojo. Si hago eso, listo, te conté el secreto, estoy concentrada. Puede que Nate se muera en la operación. David llena un formulario, que es como un prematrimonial, aunque en este caso premuerte (digamos que es MUY similar). Nate le dice: "cremación". David llora. Se miran, entre ellos. Yo miro, de reojo. Y una catarata de imágenes pasa por delante de mis ojos, como diapositivas que tengo olvidadas pero reaparecen de vez en cuando. Una, dos, tres, cuatro imágenes. Un ataúd. Gente que llora. Otros que me abrazan. Él que casi se desmaya. Yo que no entiendo nada. Camino, entre la gente. Miro de reojo al ataúd, no puedo soportar siquiera la idea de acercarme demasiado. "Deberías verla" me dice la gente y yo respondo "No, eso que está ahí no es mi hermana". Lo obvio: empiezo a respirar agitada, siento una cantidad de lágrimas que brotan de mis ojos, y ya no pienso, no miro la televisión, no pienso en la visita. Solo digo, en voz alta "por qué por qué por qué". Pero no hay respuesta, nunca la hubo, y nunca la habrá. Corte a: Ruth hablando con Nikolai. Mis "por qué" se van apagando, al mismo tiempo que siento que las últimas lágrimas caen por mis cachetes.

Timbre.

Demoro algunos segundos en abrir la puerta, me miro al espejo, respiro entrecortado y cierro los ojos, rogando que desaparezca ese rojo que delata que lloré. Me lavo la cara, suspiro y me tranquilizo. Me mentalizo. "Fue un momento, no pasa nada, no pasa nada, no pasa nada". No me gusta, particularmente, que cualquiera me vea llorar, no me siento cómoda llorando delante de cualquiera, aunque a veces no lo pueda evitar. Abro la puerta. Camino, por el pasillo, creo que sonrío. Del otro lado, la visita, que tiene frío. Me apuro. Ya sé que tengo los ojos colorados, y ya sé qué excusa puedo poner si pregunta "¿por qué tenés los ojos colorados?". Abro la puerta, saludo a mi visita, vuelvo a sonreir, comento alguna pavada. Porque yo seré incapaz de un montón de cosas, pero siempre sabré hacer de cuenta que está todo bien.

Es un hecho III

Me encanta meterme en la boca del lobo.

Esto es una maravilla

martes, 29 de septiembre de 2009

Dos cositas

Cosita 1. Andá y fijate que el cielo está rosa.

Cosita 2. Sólo a la muy desubicada de mi se le ocurre limpiar a esta hora. ¡Demente!

Es un hecho II

La gente que toma cocaína me parece, además de extemporánea, un poquito pelotuda.

¿No es la cocaína algo muy 90´s?
Saco blanco, pelado con colita, una línea.

Vuelta a la normalidad

L: Sí, me parece que hoy estás medio boludita.
M: Ya me parecía. Igual se me está pasando.
L: Una cosa es reirte de tus desgracias y otra es convertirte en una persona optimista, andar viendo el vaso medio lleno, y esas boludeces.
M: Recién pateé a uno de los gatos de la productora.
L: Bien, me quedo tranquila entonces.

Play

De repente me cayeron doscientas cosas juntas.

Pausa

¿Se nota que hoy no tengo trabajo?

Pobrecita Marianita

Una de las primeras cosas que escucho en la radio, a la mañana, todavía en la cama, es "ya se vendieron 25 000 entradas para ACDC".

(Puchero mode: ON)

"Te juro que yo quería ir, pero no tengo plata"

(Puchero mode: OFF)

Mantra de martes

No me duele la panza.
No me duele la panza.
No me duele la panza.
No me duele la panza.
No me duele la panza.
No me duele la panza.
No me duele la panza.

Esto es grave

Acabo de darme cuenta que estoy sonriendo desde el domingo.

Pará un poquito, lo único que falta es que le digas a alguien que le mire el lado positivo a las cosas.

Fuck. Creo que ya lo hice.

Che, creo que la vida me sonríe. Pánico

¿Viste cuando la vida te sonríe? Es corny, ya sé, pero hoy me pasa eso. Y, ojo, también me pasó ayer, el domingo lluvioso, el sábado resacoso y el viernes... no sé, el viernes ya no me acuerdo. Hoy me desperté temprano pero me quedé en la cama tapada hasta la nariz, escuchando al boludo de Varsky y su troupe que lo único que dicen es que hay caos en el tránsito, no sé cuántos piquetes, violencia en las calles, y dale, nos vamos a morir todos en breve. Y yo me reía, en la cama me reía, sola. Estaba calentita, y veía que estaba saliendo el sol, porque yo duermo con la persiana abierta, cosa que molesta a cualquiera que se quede a dormir en casa. Para mi no hay placer mas placentero que despertarme con la luz del día. No entiendo cómo hacen los demás para afrontar el día abruptamente, levantando la persiana. ¿No es mejor que el día te vaya invadiendo de a poco? ¿Que el sol te vaya pegando en la cara? ¿No te parece un poco que hoy estoy hecha una pelotuda?

A mi sí.

Porque me gusta decirlo y quiero eternizarlo

"Tu vieja en tanga"

Esto es "Me levanté un toque hippie"

¡Aguante el Flower Power!


lunes, 28 de septiembre de 2009

Depresión

"¿Pero viste que está medio de moda estar deprimido?"
Mi amiga G me dice eso y me deja pensando un rato. Tiene razón. No sé si es moda, pero sí me ha ocurrido en los últimos meses cruzarme con gente triste. Y no tengo demasiadas ganas. Porque enseguida quiero ayudar. No sé si da ayudar todo el tiempo. No sé si se puede. No todos los tristes se permiten ser ayudados. El otro día escribí una carta que nunca voy a entregar (tengo cientos de esas), que cerraba con un "Cuidate, y dejate cuidar".

"Basta de rodearnos de gente triste"
Yo le contesto que a veces yo también estoy triste, y aun asi ella se queda conmigo.

"Lo que pasa es que vos te cagás de la risa de tus desgracias"
Puede ser. A veces lloro, cuando estoy sola, cuando no tengo nada que hacer, o cuando tengo demasiado para hacer. Pero sí. Me río de mis desgracias. ¿Qué otra cosa puedo hacer? ¿Llorar todo el día? No. No way Popey. Prefiero reirme de mis desgracias, camuflarlas con un chiste malo o un comentario al pasar. O concentrarme en que hay gente que está mucho peor. Eso debe estar mal. Pero no me importa demasiado.

"Nunca me dejes tomar antidepresivos"
Le digo yo, que tendré ideas locas sobre mi persona, pero jamás me permitiría llegar al punto de tener que tomar un medicamento para vivir. Pastillas para no dormir, una pavada asi.

"Si te veo con un antidepresivo en la mano, antes que lo tomes te inyecto dos litros de vino y te hago aspirar un kilo de merca".

Por eso te quiero tanto.

Mantra

No me voy a poner ansiosa.
No me voy a poner ansiosa.
No me voy a poner ansiosa.
No me voy a poner ansiosa.
No me voy a poner ansiosa.
No me voy a poner ansiosa.

Lunes. Asi no

Facultad hasta las 9 de la noche.

Lunes. Asi sí

Milanesas de berenjena.
Puré de calabaza y batata.

Estos son los dibus

Esto es ponerle onda al lunes

Escuchame, es la última, te juro

No sabés lo que ansío que llegue el calor: tengo el calefón semi roto y el agua me sale de tibia a fría. ¿Pero sabés que no me enfermo? Soy un roble, papá.

Escuchame una mas

No sabés cuánto me reí este fin de semana.

Escuchame otra cosita

No sabés qué copados los pimpollos de mi Santa Rita.

Escuchame una cosita pupi

No sabés lo brutal que está quedando mi casa. Después te muestro fotos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Un pedido

Querida nubecita negra que me vienes persiguiendo hace varios días: salite de mi camino o te rompo esas onditas insípidas a patadas.

Jovial

"No seas paparulo, querés"
"Pájaro que comió, voló"
"Ay Dios, cuándo seremos dos"

Esa soy yo, demostrando al mundo mi jovialidad a la hora de entablar una conversación.
En el top ten de gente que me molesta, están aquellos que no entienden que todo lo que se escribe se transforma, automáticamente, en ficción.

Puede que a veces yo esté en ese grupete, por eso muchos días me resulto intolerable.

El perro

Perro que ladra: Lo de los ukuleles es casi como demasiado

M: jajajajajajaja ¿"casi"? Ahora me hacés sentir culpable. No me dejás ser minitah en paz, PERRO.

Perro que ladra: es que no sé, entre el emo, el de las putas, la ramera, la minita. Son muchas cosas.

M: jajajajajajajajaja.

Perro que ladra: Y hoy no comi alfajor todavía.

M: Por eso estás así. Al final sos mas minita que yo.

Esto es Grizzly Man

Hace un rato estaba pensando en la confianza. Confiar, creer, entender, creer, escuchar, confiar, creer, creer, creer, creer. Hace algún tiempo me di cuenta: no creo en nadie. No confio en nadie mas que mis amigos y familia. Los demás, a los demás siempre les encuentro esa mirada que pone la gente cuando miente. No es fácil darse cuenta. Yo estoy entrenada en eso. Me han mentido tanto, que sé detectar qué palabras son ciertas y cuáles no en el discurso de cualquiera. Por ejemplo, me acuerdo la primera vez que descubrí que el señor que vivía conmigo me estaba cagando. No lo descubrí. Lo supe, y él pasó sendas horas negándomelo en la cara. Y ahí, ese fue el preciso momento en que yo descubrí qué hace una persona cuando miente.

Fijate esta película. Si no la viste, tratá de conseguirla. Herzog es un enfermo mental, es cierto. Y el señor de los osos cometió un gravísimo error: confió ciegamente. Así le fue.


Esto es corny

Pero me encanta.


jueves, 24 de septiembre de 2009

Dramón de minita

Acabo de recordar que me quedé sin acondicionador en casa y ya no voy a llegar al super a comprar. Mañana la melena estará fuera de control. Están avisados.

Confesionario

Leer una nota sobre los mejores y peores alfajores de Argentina, y que te resulte interesante puede ser la definición perfecta para "estar hecha mierda".

Es posible que mi felicidad esté basada en un alfajor.

Y yo que me quejaba que los parámetros de felicidad de lagente estaban pobrísimos.

La buena noticia del día

Vuelve el Niño Pol

Esto es Javier Fesser

Sí, obvio

Esto es mi vida.

¿Me acompañás a una fiesta espantosa donde va a estar lleno de gente de publicidad, nadie que conozcas, yo con mi chongo y vos sola solísima?
Sí, obvio.

Me equivoqué en una cosa y tenés que hacer todo el trabajo de nuevo, ¿podés?
Sí, obvio.

Necesito que vengas el sábado a subtitular unas cosas para entregar al festival, ¿podés?
Sí, obvio.

¿Podés ir a Retiro a buscarme un paquete y llevarlo a Ramos antes de irte a trabajar a Colegiales?
Sí, obvio.

Estoy triste, ¿venís a hacerme compañía?
Sí, obvio.

¿Me podés hacer el trámite vos?
Sí, obvio.

¿Vas a la China a buscarme una tacita roja que venden en cualquier lugar del mundo pero yo quiero la de la China porque me parece mas copada?
Sí, obvio.

Irse por las ramas

Me cuenta mi amiga G que su chongo (qué evidia boluda, yo más sola que la mierda, encima me confundo los días, ya fue, estoy viejísima mal) le regaló un vino. Le pregunto ¿cómo un vino?, ella se ríe, porque sabe por dónde estoy yendo. Sí, un vino, qué se yo. Me dio un vino, medio raro, ¿no? Rarísimo. Porque partamos de la base de que se encontraron en una plaza. O sea: decídanse. O van a jugar a una pareja de adolescentes que se junta a franelear en la plaza o son una pareja adulta que toma vinito. Pero además ¿con qué excusa te lo dio? Quiero decir, amiga, ¿vos sos conciente que él trabaja para un supermercado? Ella se queda callada, pero nos conocemos. Entonces larga una carcajada asesina. ¿Lo habrá robado? me dice, mientras se sigue riendo. Le pregunto si era blanco. Blanco, responde ella. Pienso, pero no se lo digo, eso mejor se lo digo cuando la vea, sólo porque quiero ver su expresión "Quiere tomar por colectora, mami". Yo tengo ese tipo de máximas extrañas.

Ya sé, le digo tranquila, te da un vino porque sabe que te vas a ir a vivir sola. Te quiere llenar la alacena. La próxima se te aparece con un paquete de fideos. Y empezamos. Unas latas de conserva, arvejas, dos kilos de tomate, medio de pan, fiambre, salchichón primavera. Y nos reímos como estúpidas, pasamos diez minutos haciendo listas de supermercado, pensando qué puede ser lo mas delirante que le regale el del vino blanco, que obvio, quiere tomar por colectora. Y me dice lee tu blog. No, le digo yo. No, que no lo lea. Quiero escribir sobre él. Ya escribiste, boluda. Y me río como Cruela de Vil, porque si supieras lo que escribí sobre él, lo hice quedar como un pelotudo. ¿Te preguntó algo? Y ella: No, pero le dije que siempre exagerás.

No seas mentirosa, yo no exagero nada. ¿Yo exagerada? Ay, plis, no digas boludeces.

Viernes

Mirá qué bueno, che. Lo que me pasó hoy a la mañana roza la estupidez, pero si le ponemos garra puede quedar en el terreno de lo "simpático". Onda qué simpática esta chica, un personaje. Abro los ojos y digo qué buena onda que sea viernes. Me quedo mas tiempo en la cama, me estiro un poco para ver si hay sol. Hay sol. Prendo la radio y no sé, están hablando de algo que no entiendo, está Juan Pablo Varsky. Me duermo de nuevo, pero no puteo. Hoy no. Porque es viernes, hay sol, y deja de hablar Varsky y ponen música linda. Entonces me levanto, son las diez y media, y yo estoy chocha, porque viene el fin de semana, porque hay sol, dormí muchas horas, y vamos che, buena onda, es viernes. Desayuno sentada en la mesada de la cocina, ya estoy cambiada, y sonrío. Como una tostada y miro por la puerta que da al patio, me siento en el escaloncito y tomo mi café on leche y tomo un jugo de naranja, y qué copado man, es viernes. Y ya sé que voy a almorzar pizza integral, porque los viernes en nuestro delivery sano nos dan pizzas integrales, con semillas de sésamo, y de lino, y espinaca, cosas ricas, qué se yo. Es nuestra pequeña alegría de viernes. Mató mil, qué rápido se pasó la semana, es viernes. Mañana sábado, el domingo se supone que termino de pintar. Copado.

Llego a la productora, no sé, me hago un mate, tomo, me fijo qué tengo que hacer hoy, sé que no es demasiado, y aparte es viernes, y yo los viernes te laburo la mitad. Chequeo mails, bla bla bla. Abro blogger, es viernes, qué música de minita puedo poner hoy que es viernes, como para levantar el ánimo del que entre al blog, no se me ocurre, puede que ponga Bowie, pero no sé, tengo el videito ese de Nagi Noda, pero es medio bajonero para un viernes, sino otro de Cienfuegos, pero ya es casi plagiarme a mi misma, bueno, después me fijo. Por ahora sólo comento que hoy estoy charlatana, aunque todavía un poco dormida. Y pongo publicar, y después ver blog y cuando veo el blog, mierda, laconchadelalora, es jueves.

Es un hecho

Cuando un muchacho me gusta mucho, lo trato como el ojete.

Hoy

Vamos a charlar, pero en un rato. Todavía estoy dormida.

martes, 22 de septiembre de 2009

Reporte de martes IV

23: 59 hs. Still at work. Hungry. Sleepy. In a very bad mood.

Lo que me reconforta:
* Saber que el mes que viene podré ir al cine mas veces.
* Saber que los ruidos de abajo no eran nada.
* Pensar en mi piyama.

Lo que me da mal humor:
* Tener que SEGUIR trabajando.

Reporte de martes III

23 hs. Sí, todavía estoy trabajando. No, la barrita no avanza ni un poco.

En esta hora:
* Redacté un mensaje de texto que dice "¿Tu día también fue horrible?". No lo mandé.
* Hablé con mi amiga G que dice tener novedades, pero no quiere contarme sobre qué.
* Leí un cuento. Lo terminé y sentencié "Una verga".
* Leí un artículo cortito en un diario. En vez de corrientes sociales leí corrientes sexuales. En fin.

Lo más lindo: en la planta baja hay ruidos. Muchos. Ruidos. De verdad. Muchos. Se supone que estoy sola.

Reporte de martes II

22 hs. Sigo en el trabajo.

Me agarró hambre pero:
* No hay nada para comer
* No tengo plata encima para delivery

Además:
* Se me colgó la computadora
* Por mas que la miro fuerte, la barrita de compresión no avanza

Reporte de martes I

21 hs. Estoy en el trabajo. Me estoy quedando sin cigarrillos. No hay kioscos cerca. Me quedan varias horas por delante. Matame, ya fue.

Mierda II

Hace un rato vi una paloma muerta en la calle y me largué a llorar desconsoladamente.

Este SPM no me está dando tregua.

Mierda

Tengo un ataque de ansiedad espantoso.
Dame marihuana, dale.

Esto es "paremos con la autoexigencia"

Esto es mi adolescencia

Ponele onda, que no decaiga, dale, copate, pensá cosas lindas, divertite un poco, bailá un rato, rompé algo, puteá a alguien, dale besos a otro, dejate mimar, quedate solo, comé algo que te guste mucho, peinate de otra manera, cambiá la cara, sonreí un rato, no dejes que la lluvia te aniquile, dale, no seas tonto, hay un montón de cosas buenas, en tu vida, en la mia, en la del otro, hacé fuerza, no demasiada, pero no decaiga, dale, copate, ponele onda.


Mecanismo de defensa

Desde que me levanté estoy alterada. Nada grave. Le mando dos mails a una amiga que se peleó con el novio y le digo las cosas que a mi me gustaría que me dijeran. No, no me refiero a "todo se va a solucionar", sino a "me parece que ese pibe se tiene que hacer cargo de lo que le pasa y dejar de boludearte". No utilizo la expresión "boludear" porque es un poco fuerte, pero sí uso el "hacerse cargo". Lo veo como un patán, leo sus palabras y son las mismas que escuché durante cuatro años, con alguien que nunca se hacía cargo. Proyecto, seguramente. No quiero que sufras bonita, no te lo merecés.

Voy a un blog y me parece por demás desagradable lo que escribe el autor. Me pregunto por qué no es un poquito mas sutil. Por qué tanto odio, tanto resentimiento. O sea: hay maneras y maneras, y el autor eligió la peor.

Voy a otro blog y leo un poema que me deja pensando. Me pone un poco melancólica. A mi en general los poemas me la soban, no los entiendo, creo que carezco de la sensibilidad necesaria para que me toquen. Pero con ésto me pasó al revés. Tenía un cigarrillo en la mano mientras leía, que se consumió solito. Me quedé perpleja, me pregunté qué le pasaba al que escribió eso, me pregunté qué le pasa al que lo transcribió. Me da intriga, me dan ganas de escuchar, hablar, abrazar a alguien que no conozco. Entender por qué.

Le digo a mi amigo Horacio: "Horacio, hoy estoy mala mala mala", y además pienso, pero no lo digo, que hoy siento que todos los hombres son medio chotos, y no sé bien por qué, porque yo siempre les hago el aguante, los quiero, entiendo, escucho, perdono, etcétera. Pero hoy no. ¿Y sabés por qué hoy no? Me di cuenta hace un ratito: porque hoy está ideal para hacer cucharita. Y teniendo en cuenta que la única cucharita que puedo hacer es con una almohada, mejor pienso que son unos patanes, histéricos, desubicados, etcétera. No sé. Onda mecanismo de defensa.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Esto es un secreto

Autoexigencia

Yo también estuve, muchas veces, en lugares tenebrosos y oscuros. También sentí que no había nada, que mi vida era una simple perfección simulada. Que hacía lo que quería, cuando quería y con quien quería, cuando en realidad hacía lo que los demás querían. Y cuando llegaba la noche, acurrucada en la cama, pensaba en esa gran mentira que estaba viviendo. Y las lágrimas salían de mis ojos, rebeldes, porque yo quería pararlas y no había manera: se habían empeñado en escaparse, en darle pausa a mi perfección simulada. Si mal no recuerdo, esas veces en las que mi perfecta vida se detenía, era cuando me encontraba conmigo misma. Me miraba al espejo y no me reconocía, era precisamente por tener los ojos empañados, por verme dos o tres veces repetida en el espejo, borroneada, y no saber cuál de esas era yo, cuál la perfecta trabajadora, la perfecta hija, la perfecta novia. Toda mi vida me exigí. En todo y con todos. No soporto la mediocridad en mi misma. Una vez se lo dije: "No sé qué quiero hacer, pero quiero ser la mejor". El me tildó de soberbia, y yo sonreí, jugando a que lo mio, a que esa declaración, era solamente un chiste. Pero dentro mio, muy dentro mio, donde realmente estoy yo, sabía que esas palabras no eran ningún juego, no eran un chiste. Y sí, posiblemente sea la soberbia de creerme capaz de hacer lo que sea la que me terminó llevando a una autoexigencia de la que no descanso ni cuando duermo. Fijate que antes de dormirme yo planifico qué voy a soñar. Seguramente toda esa autoexigencia es la que terminó por hacerme creer que no valgo ni dos pesos. Que cualquier otro es mas iteligente, lindo, divertido y una lista larga de ítems que para qué voy a explicar, si ya los debés conocer.

A veces me olvido, a veces me olvido de autoexigirme, y me acuerdo de disfrutar, o de pensar pavadas, o de escuchar música mala que me cuesta admitir que adoro. Pero aun así, repito, yo estuve en lugares oscuros, en lugares tenebrosos, y tuve que enfrentarme conmigo, y tuve que preguntarme qué quería, cuándo, por qué, con quién, y a veces es muy difícil responderse esas preguntas, a veces uno termina por cederle el lugar a la perfección simulada, y vuelve a ser un perfecto hijo, un perfecto profesional, un perfecto novio. No está bueno ceder todo el tiempo a aquello que creemos que está bien, aquello que hay que hacer, o aquello que no. Hay que tener huevos y preguntarse cosas, aunque las respuestas sean esas que siempre quisimos evitar.

Esto es limpiar mi casa

(y no se hagan los exquisitos, que seguro han bamboleado las caderas con estos ritmos)

Peace is the new cool

Hoy tengo una musculosa que dice "Peace is the new cool". Es espantosa. A mi no me gustan demasiado las remeras con inscripciones, pero algunos días, como hoy, la uso igual. Porque hoy soy una minita de buen humor, y quiero peace all around the world. El otro día una amiga me mostró una remera que se compró que dice "Happily ever after is so once upon a time". Esa también me la pondría, a modo de declaración de principios. Algo así. Tranquilito, como para no espantar a la fiera.

Igual, te digo: no quiero pensar demasiado en todas las cosas que tengo que hacer esta semana porque me amargo. Por suerte tengo la segunda temporada de Six feet under, que sino, qué va, ya estaría del orto.

Minita x 5

1. ¿Viste cuando apretás "Send" a ese mail que sabés que NO tenés que mandar y después decís "Qué pelotuda"? Bueno, eso.

2. A los 28 me voy a hacer una remera que diga "Sí, tengo 28, pero ni pienso en cambiar pañales". En la parte de atrás va a decir "Puto". No sé, parece que ahora ya no son los 30 la edad límite para conseguir muchacho, sino los 28. Me quedan dos años. Mierda.

3. La gente a veces viene y te dice "Yo sabía", "Me lo imaginaba", "Iba a suceder", "Era sabido". Y yo siempre, pero siempre les contesto: "¿Y por qué no me avisaron?"

4. Quiero que hoy alguien me regale flores. Lo dije, y me hago cargo. En el fondo soy romántica.

5. Hoy lunes, estoy de buen humor. Es algo que no suele suceder. Me asusta un poco, la verdad.

Esto es mi regalo

(Porque hay que ponerle onda al lunes chicos. Y porque empezó la primavera)



domingo, 20 de septiembre de 2009

Sunny Sunday

Por suerte nunca quise dedicarme a la pintura.


Calate lo mal que me está quedando.


Guarda el profesionalismo: tomo mate y pinto a la vez. Después me angustio porque queda mal.


No estaba concentrada en lo absoluto.


Aquí estoy descansando mientras mi súbdita trabaja.

Esto es un cliché

sábado, 19 de septiembre de 2009

Mis problemas con la escritura

(o de cómo un sábado me pegó "la reflexiva")

1. No puedo despegarme de mis experiencias personales. Este sea, tal vez, el problema mas grande que tengo cuando me siento a escribir ficción. No puedo arrancar de cero, no me sale "inventar" una historia desde el vamos. Me siento mas cómoda manipulando los hechos que viví yo o alguien cercano a mi. Necesito un punto de partida. No sería tan grave, si no fuera porque después, cuando alguien me critica, me escudo detrás de un "así fue como pasó", cuando es sabido que la realidad siempre supera a la ficción, y que el cuento es en sí mismo. La verosimilitud no tiene que ver con la realidad, y es algo que repito sin cesar pero olvido cada vez que empiezo un nuevo párrafo.

2. Me enamoro de mis personajes. Así como no puedo inventar una historia desde cero, sí puedo inventar personajes. Lo hago todo el tiempo. El colectivo es uno de mis lugares preferidos. No me interesan tanto las biografías de mis personajes, sino sus particularidades cotidianas. Me encanta saber de ellos: si toman té o café, si visten polleras tableadas o pantalones pinzados, si tienen mascotas, en caso de tenerlas si prefieren los gatos o los perros. Me gusta imaginar qué hay en su heladera, cómo es la relación con sus padres, si hablan por teléfono, o si hablan en el ascensor con los desconocidos. Me pregunto, siempre: ¿Qué respondería equis al clásico "¿Cómo andan tus cosas?"? Después de saber qué comen, cómo visten, de qué hablan y qué miran en televisión, ahí recién me enamoro de ellos. Incluso de los mas patéticos, de aquellos que miran la repetición de Nano en el canal Volver. Y cuando empiezo a adorarlos es cuando se complica. No puedo pensar en ellos en términos ficcionales y siempre, pero siempre, termino pensando qué pensará el señor del colectivo que se transformó en un Omar que se levanta a las cinco de la mañana, toma mate en un, valga la redundancia, mate de metal, directamente de la pava. Qué pensará si se sabe protagonista de un cuneto mio en el que su mujer falleció, sus hijos no le hablan y su única meta es ganarse el Loto. ¿Le gustará?

3. Me gustan los finales felices. La vida es deprimente solita, y no hace falta que le sigamos metiendo fichas melancólicas. Estoy cansada de ver películas llenas de golpes bajos y de leer finales absurdamente bajoneros. Y, claramente, se convierte en un problema porque ante cualquier cuento mio, la frase "vivieron felices y comieron perdices" se adecúa a la perfección. No está bien. No estoy bien.

4. Se me ocurren pelotudeces. Por ejemplo: empecé a escribir un cuento sobre una Paula (adoro a Paula. Paula tiene 40 años, trabaja hace 15 en una fábrica de plástico, desayuna un té negro con tres galletitas de agua y antes de salir de su casa revisa que la llave de gas esté cerrada, al igual que las ventanas). La cosa es que esta Paula un día entra en un cortocircuito feroz, y decide hacer cambios radicales en su vida: remolonea en la cama, se toma un café y charla con sus compañeros de oficina. La escena que mas me gusta de lo que tengo escrito dice:

A pesar de haberlo intentado, sentía que sus cambios no habían sido suficientes, el vacío que había empezado a sentir la noche anterior todavía estaba ahí, presente, ejerciendo una presión sobre su pecho que la hacía respirar con dificultad. No se le ocurría qué más podía hacer con su vida. Estaba empezando a considerar la propuesta de su amiga Elisa de ir a un encuentro de solos y solas, hasta que lo vio. Dentro del negocio, él caminaba lento, pavoneándose, abriendo y cerrando los ojos con tranquilidad. Paula quedó omnubilada. Pasó algunos segundos mirándolo fijamente, y supo que ese era el cambio radical que necesitaba en su vida. Entró, decidida, y alzó la voz para que todos escucharan: “Quiero llevarme ese gato”.

¿Viste? Es una estupidez. Después vienen bullshit bullshit bullshit, hasta que la pobre Paula tiene que quedarse encerrada en la habitación porque se le llena la casa de gatos malignos que la atacan sin parar.

5. Pienso demasiado. Una cosa es escribir acá o en Origen Ramero. Son pequeñeces, no tienen estructura, ni conflicto ni nada que se le parezca. Casi no las pienso, mucho menos la reviso. Me siento, demoro como mucho diez minutos y ya, tengo un post nuevo. Pero al momento de sentarme a escribir algo ficcional, otro es el cantar. Enumero lo que pienso: conflicto, ritmo, personajes, expresiones, comparaciones, escenas, secuencias, backstory, extensión, voz, primera persona, presente, pasado, con diálogos, sin diálogos. Es desgastante. Pensar eso me consume tanto que el cuento, por así decirlo, queda olvidado. Cuando encuentro los personajes me olvido del conflicto, cuando resuelvo el conflicto se vuelve inverosímil, cuando lo hago en primera persona me parece que estoy hablando desde mi voz, cuando lo hago en tercera siento que debo hacerlo en pasado. Entonces me agarra una tremenda tara mental, me olvido de qué escribía, sobre quién, y por qué. Es en ese momento cuando me doy cuenta que no estoy disfrutando un carajo el acto de escribir y cierro el documento. Adiós muchacho, adiós Omar, goodbye Paula, si te he visto no me acuerdo.

7. Me da pena terminar mis cuentos, y también me apena no terminarlos. El cariño que le tomo a mis personajes es fatal, al punto tal que no me gusta terminar sus historias. No quiero ver a Paula encerrada en su habitación, ni quiero a Francisca muerta, no quiero que al fletero le rompan el corazón. Pero tampoco quiero que sus historias queden guardadas en algún documento, perdidos en mi compu (aka Rosaura). Es una contradicción, ya lo sé, pero supongo que es parte del problema a resolver.

Dicen que el primer paso para lidiar con un problema es reconocerlo, analizarlo, saber cuáles son sus variables y bla bla bla. Bueno, de un tiempo a esta parte yo no me he sentido capaz de escribir una ficción por estos problemas que enumero. Y me duele en el corazón, me genera un conflicto interno, que todavía no sé si relatar en primera persona del presente o en segunda del pasado.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Esto es mi remedio contra la depresión

No soy yo cuando llueve

¿Viste eso de "al mal día buena cara"? Bueno, a mi no me sale. Ayer estuve trapiteando desde que me levanté. Pensé cosas tristes, hablé con tono melancólico, escribí en idioma lacrimógeno. No me soporté. Quise quebrarme en dos, dejar la mitad mala a un lado, pero no hubo manera. Parece que soy una sola y no puedo desdoblarme.

Cuando iba a la facultad, en el colectivo, ya era insoportable convivir conmigo, asi que decidí ponerme a jugar. Entonces: "Nombres de mujeres que hayan nacido entre el 73 y el 75, comenzando, ya". "Marcela, Silvana Claudia, Lorena, Silvina, Karina, Emilce, Analía, eeehhh, ¡domingo!". Después de cinco listas de nombres ya estaba en Caballito. ¿Sabés lo que hice para ocupar la cabeza en algo mas productivo que la repetición sin cesar de "por qué a mi"? Conté los pasos que di en cada cuadra. Entre 180 y 190. Eran cuadras largas, y yo tengo las patas cortas.

Y sabés que a la noche pensé, antes de dormirme, qué era lo que me tenía tan mal. Y vi un capítulo de "Six feet under" y entendí todo. Se llama miedo. A qué le tengo tanto miedo, mejor te lo cuento otro día, no vaya a ser que de nombrarlo nomás, se vaya a materializar.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Che, ¿dale que hoy me pasaba al menos una cosita linda?

Feliz armado de arbolito

Sábado 8 de diciembre de algún año entre 1998 y 2ooo, 11:30 am

Papá lee el diario sentado en la mesa de la cocina. Mamá cocina. Yo no sé. Llega mi hermana. No saluda. Sube a la habitación. Papá se levanta. Se asoma a la escalera y le grita algo. Mi hermana baja. Discusión con papá en el living.

Papá vuelve a leer el diario a la mesa de la cocina. Mi hermana entra a la cocina. Mamá deja de cocinar. Yo no sé. Duscusión de mi hermana con mi mamá. Papá lee el diario. Mi hermana grita. Mamá grita. Yo no sé. Papá lee el diario. Mi hermana grita más. Mamá grita más. Yo sigo sin saber.

Mamá se acerca a mi hermana. Están a diez pasos. Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos. Nada. Cara a cara. Grita mi hermana. Grita mi mamá. Yo miro. Grita una, grita otra. Gritan las dos, al mismo tiempo. Mamá le pega. Una. Dos. Tres veces. Papá lee el diario. Yo miro.

Mi hermana camina hacia atrás, hacia el living. Uno, dos, tres pasos. Mamá la sigue. Uno, dos, tres pasos. Llegan casi a la ventana del living, la que da a la calle. Gritan. Mamá le pega. Mi hermana trata de defenderse. Yo miro, desde la cocina. Me levanto. Camino unodostres pasos rápidos. Mamá cierra la ventana del living para que de afuera no se escuche. Yo tiemblo. Quiero llorar y no puedo. Quiero gritar, también, pero no me salen las palabras. Con mucha dificultad, digo "basta". No escuchan. Gritos. Muchos. Golpes. Varios.

Algunas horas mas tarde estoy en el Sarmiento. Sentada, sola, en el tren hay poca gente. No sé dónde estoy yendo. Lloro. Miro por la ventanilla y creo seguir escuchando los gritos de mi casa. Se acerca un nene, me regala un caramelo.

Nerviosita

Estoy nerviosita. Es así, en diminutivo. "Nerviosita". Jugueteo con las uñas, para no comerlas. Me enrulo el pelo. Camino por mi casa: living, cocina, patio, isla, patio, habitación, living, cocina, patio, isla, patio, habitación, así varias veces. Lejos de relajarme, me vengo cada vez mas nerviosita. Entonces, lo obvio: me largo a llorar. Camino, lloro, lloro mientras camino, me detengo en la puerta de la cocina, me siento en el diminuto escalón, miro el patio, lloro. Empiezo a putear. Con fuerza. "La concha de la lora, la puta que te parió, cómo pudiste, cómo pude, por qué querés cagarme la vida, qué necesidad había, cómo se te ocurre traicionarme de esa manera, sos un forro, te detesto, que no te cruce porque te arranco las chuzas, te juro, querés arruinar lo único bueno que tiene mi vida, tarado, sos un mal tipo, date cuenta".

No grito, eso jamás, no soy escandalosa en lo absoluto. Refunfuñeo, sigo puteando, sigo llorando, me pregunto cosas, evito responderlas, me levanto, vuelvo a caminar por la casa, sigo llorando, ya no puteo tanto, "por qué yo, qué te hice, siempre te escuché, te banqué, te entendí, respeté tu pedido, no me metí en tu vida". Y sigo, un rato, largo, eterno, en el que no puedo, verdaderamente no puedo parar de llorar y putear y preguntarme cosas y evitar responderlas. Y no entiendo nada, tengo los ojos empañados, no veo nada, no siento nada, me arden los ojos, los cierro un ratito, y cuando los cierro pienso "Basta pelotuda, ¿que te creés que sos, Andrea del Boca?"

Voy al baño, me lavo la cara, me seco, me miro los ojos colorados, voy a la cocina, caliento agua, preparo mates, y me siento ahí, en el diminuto escalón de la puerta, con la espalda apoyada en el marco, y me automasajeo las manos, y tomo algunos mates, y cierro los ojos y siento el viento que me avisa que está por llover, y suspiro. Ya no estoy mas nerviosita.

Esto es un cover

Cuando está nublado y yo un poco melancólica, escucho esto y rompo todo.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Esto es un plano secuencia

O casi.
O una fiesta de colores.
O un tema típicamente minita.

O un intento fructífero por no quedarme dormida.

Florecillas

Mientras volvía a casa me miraba en todas las vidrieras y espejos por los que pasaba. Ya lo había dicho ayer: desde la mañana me sentía diosa, y llegada la tarde aun mas. No pasa seguido, entonces aproveché. Salí a pasear, me miré en los espejos, me probé trapitos que no puedo comprar. Es como si hubiera aprovechado al máximo ese momento de pleno amor propio.

En esas ocho cuadras pasé por, mínimo, seis florerías. Todas estaban llenas de colores (no sé si es cierto o sólo mi percepción por estar en un día de amor propio). Me detuve en cada una de las florerías, y relojeé todas todas las flores que había por ahí. Con algunos naringuetazos, me robé varios aromas.

Me acordé de los dos ramos de flores que me regalaron los masculinos novios de mi vida. El primero fue un ramo de rosas rojas que sí, muy lindas, pero las rosas me resultan retro, como muy de fiesta de quince. Aparte tenían un papel celofán y una tarjeta que tenía dibujadas unas florecillas silvestres y una letra enrulada rezaba alguna cosa similar a un poema. En el momento me pareció todo. Hoy, a la distancia, ya no lo veo tan asi, en especial por un detalle: cuando ese masculino novio compró el ramo para mi, también compró uno para su madre. Edipo total.

El segundo fue hace casi dos años, el masculino novio fue el señor que vivía conmigo. Estábamos en crisis, como la mayoría del tiempo que estuvimos juntos, yo llegué a casa una noche, él no estaba, en la mesa de la cocina me había dejado un ramo inmenso con liliums, margaritas, fresias, y muchos colores. Todo acompañado de una tarjeta que decía "Te quiero". Creo que ese día, o al siguiente, decidimos que nos separaríamos por un tiempo.

Terminé por comprarme un ramito de fresias. Amarillas y fucsias. Con mucho olorcito rico. Caminé a casa tranquila, con el ramito en la mano que no sabía si apuntarlo para el cielo onda paraguas abierto o para la tierra onda paraguas cerrado. Cada cuatro o cinco pasos lo olí. Si alguien me miraba preguntando con la mirada "Quién te lo regaló", yo le contestaba con los ojos cerrados "Nadie, boludo". Y resaltaba el boludo, porque me parecía divertido.

Cuando llegué a casa lo acomodé en un florero, y lo paseé por la casa para que me hiciera compañia. Mientras estuve en la cocina quedó en la mesa. Me acompañó a la isla a trabajar un rato, se quedó mirando cómo tomaba mates en el patio y después paró en la mesita de luz.

Hoy a la mañana, me desperté con olor a fresias en la nariz. Ñam.

martes, 15 de septiembre de 2009

Gajes del oficio

Estoy sola en el cine. Hace años que no voy sola al cine y me resulta extraño. No soy de hablar en el cine, ni tampoco de comer. Pero a veces me gusta agarrar al que está al lado mio. Por las dudas voy en un horario poco concurrido, no vaya a ser que me enganche como garrapata al brazo de un extraño.

A los, ponele, diez minutos de empezada la película, tal vez un poquito mas (tengo muy poco desarrollada la noción temporal), pienso, y casi casi digo en voz alta: "Oiga Tarantino, usted acaba de saltar el eje de acción, ¡eso no se hace!" Y no termino de pensarlo y casi casi decirlo en voz alta que una línea de diálogo justifica tremendo salto de eje. Entonces pienso y casi casi digo en voz alta "Sos un genio Tarantino. Marry me".

También veo buenos cortes. Todo el tiempo. Y cada vez que veo un corte pienso, y casi casi digo en voz alta: "Qué hijo de puta. Quiero saber quién montó esto". Pero después me olvido de fijarme en los créditos. Muy desconsiderado de mi parte no apoyar a mi propio gremio. Y cuando veo un corte malo me duelen los ojos, de verdad. No puedo ser tan obsesiva con esas cosas.

La otra vez miraba una película que no recuerdo cuál era ni quién actuaba ni menos quién dirigía y apareció un corte magistral. Lo miré, fácil, diez veces.

Fundamental

Me había olvidado de contarles que vi "Inglourious Basterds".

Oh
My
Fucking
God

Tarantino es un genio.

Libidinosa

Hay días en los que me levanto bien. De buen humor. Sonrío. Me siento contenta. Me veo linda. Me miro al espejo y me gusto. Me veo flaca. El pelo controlado, las tetas en su lugar. La cola para nada caída. Sin ojeras. Con rico olor. Bien. Linda. Divina. Reina total.

Todo esto lo digo porque necesito, verdaderamente necesito justificar que en el colectivo, miré de manera descarada y libidinosa a un niño de 18.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La permanencia de mis pensamientos

La permanencia de los pensamientos que pasan por mi cabecita varía, indefectiblemente, de corta a nula. Esto es: recién viajaba en el colectivo, de Caballito a Belgrano, y de repente me doy cuenta que ya estamos en avenida Córdoba. Y me pregunto (porque yo estoy todo el tiempo dialogando conmigo misma): "¿En qué estabas pensando que el viaje se hizo tan corto?". No sé en qué pensaba, o si estaba mirando a alguien, o si estaba preocupada porque la panza me hacía ruido del hambre. No tengo ni idea de lo que pensé hace mas de cinco minutos.

Y eso debería ser un indicio para comportarme frente a la gente. Yo no puedo andar por la vida preguntándole a los demás en qué estás pensando cuando ni siquiera yo sé en qué estoy pensando. Es como pedirle a un cura que te explique cómo es el asuntito de la masturbación, cuáles son los pasos a seguir, y cómo te das cuenta si llegaste o no al orgasmo (ojo. soy conciente de que los curitas la deben tener clarísima en este asunto, pero andá, fijate, preguntale a un cura y vas a ver cómo te saca cagando).

Hoy lunes

Estoy con la minitancia a flor de piel.

Entonces, por favor:
  • Arrancame el celular de la mano
  • Cerrame la cuenta de mail
  • Mandame de una patada a la facultad

viernes, 11 de septiembre de 2009

Estado de viernes

Viernes. 20:50
Ya no estoy mas ebria, se me fue hace un par de horas, consecuencia del medio litro de café que tragué casi sin respirar.

Escucho Boys don´t cry por enésima vez en el día. A mi derecha tengo una novela que debería leer, a mi izquiera tengo la Para Ti Colecciones que muero por hojear. En el medio, yo, tomo mates, fumo cantidades exorbitantes y le cambio el nombre al blog porque ya no sé si quiero recordar todo, y porque es hora de asumir que soy tan minita como las minitas que tanto detesto. Es hora de aceptar que lloro con películas de amor, que me gusta Gonzalo Heredia, que además de decir "petiso" y escuchar Damas Gratis o tomar del pico de una birra, lloro algunas noches no porque lo extrañe a él (porque no, la verdad es que no me pasa) sino porque quiero que me abracen y me den besos en la espalda y me digan qué linda estás.

Vuelvo caminando de Colegiales a Belgrano, y en el camino pienso cosas femeninas como: tengo que depilarme, debería cortarme el pelo, quiero que me inviten a salir, me encantaría aprender a vestirme mejor. Después de algunas cuadras y puteadas varias porque las señoras no entienden que la vereda no es el estacionamiento de los carritos de sus bebés, y porque la gente sale todajuntayseamontona como si fuera el último día en que los negocios de Cabildo vayan a estar abiertos, dejo de pensar en cosas femeninas y me encuentro pensando que tengo que: pintar mi casa, instalar unos estantes, cambiar las tapitas de luz, arreglar el calefón porque sale olor raro y para mi que va a explotar. Y me pregunto si a la noche voy a volver a comer pizza, porque la semana pasada, a horas de mi cumpleaños, amasamos con mi amiga doce pizzas para una familia que nunca me vino a visitar. Y de nuevo, pensando cosas de minita digo "Bueno chiquita, es hora de que aceptes que sos tan mujer como las mujeres que tanto detestás".

Mierda.

Soy minita. Y me la re banco.

Qué es ser minita

Tener ganas de llorar por algo que nunca viviste.

O, llorar por las dudas, por si te llega a suceder. Onda, just in case.

Tipo ensayo.

Exagerada

Bueno, tampoco exageremos.

Sí hace como tres semanas que tengo la casa dada vuelta, pero no es cierto eso de que no avanzo. Sí es cierto que no me dan tanta impresión los muertos, no es cierto que no le tenga miedo a la señora muerte como cuando era chiquita.

Tengo una lista mental llena de ítems que delatan que me estoy volviendo mayor y claramente obse. Pero, también es cierto que no sé manejarme en un banco, cada vez que voy me tienen que explicar, ni pienso en tener cuentas y cosas de ese estilo. Soy una criatura, y me gusta serlo. Me quedo dormida todos los días porque digo "10 minutos mas". No, bueno, mentira. No digo "10 minutos mas", digo "que se vayan a la concha de la lora". Amanezco puteando de esa manera y por eso debe ser que cada día estoy mas convertida en una letrina. Pero me carga de energía. "Energía" es, en general, una palabra que me genera alergia. No porque sea una persona sin energía (que, btw, lo soy) sino porque escucho "energía" y enseguida me figuro un hippie lleno de sahumerios o cosas asi, armonizando espacios, y guácale. No hay cosa que me repele mas que la energía. O sí, la "armonización".

Cuando estoy bien se nota. Hago chistes por cualquier cosa, escribo mas de lo usual, me duermo a la madrugada y voy por mi casa riendo. De verdad. Me rio. Camino y me rio. Y por momentos no me importa un carajo que la pared naranja siga siendo naranja, y no tener un peso para nada, porque aunque no tengo para nada, voy al negocio de enfrente y me vuelvo con un vestidito di-vi-no que sale ba-ra-tí-si-mo y quiero que haga calor para ponérmelo y salir a romper corazones. Bueno, tampoco exageremos. Me conformo con que algún albañil me diga una guarrada.

Y el viernes pasado fue horrible. Toda la semana pasada fue horrible. Hubo ahí, un pequeño momento medio luminoso, pero duró poquito, porque cuando la semana está oscura, no hay sol que la ilumine (-Oíme querida: no te hagas la poeta que te queda como el orto. -Sí, ya sé, pero es culpa del buen humor. -Bueno, al menos medite. -Ok, perdón.).

Viene mi jefa, que me adora no sé bien por qué, y me dice comamos asado para festejar tu cumpleaños, aunque hayan pasado casi dos semanas. Y pienso en un choripá,n y me imagino un pedazo de vacío, o una entraña, con unas papas fritas, y sí, soy feliz.

¿"Y sí, soy feliz"?

Bueno, tampoco exageremos.

jueves, 10 de septiembre de 2009

De colores, muertos y criaturas

Anoche miraba "Six feet under" y pensaba, o me daba cuenta, que algunos días me siento especialmente anestesiada con el tema muerte. No es que no le tengo miedo. Un poco sí, pero no tanto como cuando era chiquita, y me figuraba que en cualquier momento en cualquier lugar venía una señora vieja, pálida, con los pelos canosos y largos, un vestido negro y te llevaba. Miraba los cuerpos muertos, y no me daban impresión, y casi no lloré, aun siendo la persona mas llorona que he conocido en toda mi vida.

Después pensaba un poco en los colores. Por qué el final del túnel es blanco, por qué tenemos que conducirnos al blanco cuando nuestra vida acaba de oscurecerse. Y también reflexioné sobre el por qué del negro como luto. Quiero decir: yo me la pasao vestida de negro y no por eso estoy de luto. Por qué la asociación de los colores con algo en particular. Por qué el rojo pasión, verde esperanza, amarillo unisex. Me resulta hasta aburrido de lo anticipado que es: rosa si es nena, celeste si es nene.

Y pensando en eso de los colores de los nenes y las nenas, me pregunté si alguna vez seré mamá. Por suerte, esas ideas locas pasan de largo por mi cabeza, dejándome una solita pregunta: ¿Te acordás cuando pensabas que el señor que vivía con vos iba a ser el padre de tus hijos?

Y no, la verdad es que por suerte mucho no me acuerdo. Debe ser, mas que nada, que el tiempo invertido en eso, proporcionalmente fue muchísimo menor que el tiempo pasado -literalmente y para que se entienda- como el ojete.

martes, 8 de septiembre de 2009

La enfermita

Entonces sucede que necesito de manera urgente un día de cama, películas, comida de porquería, piyama, un libro, el cuaderno, y cosas así. Hacer nada. Y no es que no tenga tiempo, sino que me he convertido en ese tipo de gente odiosa que no puede quedarse en la cama porque siente que está desperdiciando el tiempo.

Pero además. Tengo el living inutilizado hace aproximadamente tres semanas. Lo tengo todo cubierto de telas, encintado, rasqueteado, y pinto un día, dos días no, tres días menos. Y así. No termino más. Porque si voy a hacer algo, trato de hacerlo lo más difícil que pueda. Entonces, las paredes naranjas ahora tienen que ser blancas, y voy siete manos y la puta madre, ahora están en un rosita horrible que no se va con nada. Cuantas mas manos blancas, mas naranja veo. Misterio. Y las blancas, ahora tienen que ser fucsias, porque como soy nena viviendo sola me estoy dando todos los gustos decorativos y te pinto la pared de fucsia y se va todo al carajo. Porque soy nena. Y vivo sola.

Por ejemplo. Hoy a la mañana me levanté y no tenía voz. Llamé al trabajo y avisé que no podía levantarme de la cama porque no tenía voz (no sé si la carencia de voz perjudica el levantado, pero yo lo vi de ese modo. Porque soy nena, caprichosa, vivo sola, y si quiero te pinto de fucsia). Pero al mediodía ya no podía estar en la cama. Entonces me puse a limpiar. Pero no una cosita asi nomás, un trapito por acá, la aspiradora y listo. No no no. Lavo los azulejos del baño, los friego como una buena Doña Rosa, y todo va quedando blanquito blanquito. Y me da un poco de impresión, porque de tan blanquito ya parecemos un hospital.

Pero me canso. Me aburro de limpiar el baño, que está por la mitad. Me aburro de pintar la pared, que está quedando como el ojete. Me hago unos mates, pero tomo dos y me olvido el termo en algún lugar. Y me da bronca que llovizne un ratito, porque meto todo adentro. Y después el sol, y saco todo afuera. Y no estoy yendo al gimnasio, es cierto, pero me estoy moviendo como una condenada.

Y encima, para colmo, como para cerrar, no me llega ese mail que espero. La concha de la lora.