martes, 28 de julio de 2009

A la mañana

Por ejemplo: doy por sentado que mi horario de entrada en el trabajo son las once de la mañana y no las diez. Me levanto tipo diez, y desayuno tranquila, pensado que NO estoy llegando tarde, cuando está clarísimo que es cualquier hora. Igual, me quedo haciendo fiaca en la cama, tapada hasta la nariz, pensando algunas boludeces como "qué me voy a poner" o "por qué hará tanto frío" u "hoy me pongo a estudiar economía sí o sí". Se me pasa un rato, mientras escucho la Aspen, que a la mañana siempre pone temas como "My name is Luca". Y siempre, cuando ponen un tema de ese estilo, subo el volumen, tomo impulso y me levanto.

Habría que resaltar que todavía no he encontrado el método perfecto. Yo, que soy puro método y organización, todos los días varío la rutina:

1. cambio de ropa
2. preparación del desayuno
3. baño
4. desayuno

o

1. baño
2. preparación del desayuno
3. cambio de ropa
4. desayuno

Todavía no tomé los tiempos, asi que no sé con qué opción demoro menos tiempo, pero creo que da lo mismo. Y si no da lo mismo, me la soba.

lunes, 27 de julio de 2009

Por qué llorás

Hace casi dos meses prometí una constancia que no cumplí. Escribí, no tanto como pensé, pero escribí en cuadernos, a mano, muy de la vieja escuela. En estos dos meses lloré como nunca había llorado (es mentira, siempre que lloro por algo siento que estoy llorando como nunca he llorado). Pero hace algunos días tuve una mínima revelación (mínima porque, vamos, la vida es larga, y al lado de esta hubo revelaciones mucho mas grandes). Lloraba en la soledad de mi hogar semi vacío y me pregunté, de buenas a primera (es un buen ejercicio, lo recomiendo) por qué lloraba tanto. ¿Ausencia? ¿Tristeza? ¿Desamor? No. No. No. Lloraba por lo que había vivido alguna vez y no iba a poder volver a vivir. Lloraba por ese primer día de convivencia (que fue catastrófico) y lloraba por las veces que nos miramos a los ojos y nos entendimos. Lloraba por las cosas que no voy a volver a tener, pero que en realidad ya no tenía hace mucho. Creo que en ese momento me di cuenta que había tomado la decisión correcta, pero empecé a preguntarme qué carajo es el amor, cuánto dura, si es para toda la vida, si para que sea para toda la vida tiene que haber concesiones, o si es incondicional. Y asi como empecé a preguntarme por qué lloraba, terminé pensando algunas pavadas como que la vida sola está buena, mientras no sea un estado permanente. Y amenacé con abrirme un blog anónimo para contar mis nuevas desventuras amorosas, pero lo cierto es que tendría que inventarlas porque lo que me gusta tiene compromiso, me hace daño, es imposible o, lisa y llanamente, no me da ni la hora. Tengo que pensarlo. Puede ser divertido, en especial por esa loca idea que anda rondando en mi cabeza hace unos días: quiero tener un gatito.