Me despierto. Es domingo, es temprano, y en las sábanas todavía hay un aroma que no es mio. Pienso qué hacer. Decido deprimirme. Realmente lo pienso "hoy no voy a hacer nada, voy a comer porquerías, voy a hacer un zappping infinito, voy a mirar películas de mujeres golpeadas dobladas al castellano, voy a reptar del living a la cocina a la habitación al sillón a la cama a la heladera, no me voy a sacar el piyama, voy a llorar por alguna pavada, voy a mirarme al espejo y sentirme gorda, voy a leer las malas noticias del diario, las policiales, voy a pensar que me voy a morir sola, voy a pensar que tendría que tener un gato, voy a escuchar música bajonera".
Salgo a la calle y el día está precioso. Y pienso "qué pena no tener nadie con quién ir a pasear un día tan lindo, qué pena ser sola, qué pena no saber ir a pasear sola". Charlo con el diariero, con el kiosquero y con el chico de la panadería. Vuelvo a casa con cigarrillos, facturas y diario. Abro el diario y digo, en voz alta: "Ah, bueno, tormenta de facha". Paso las páginas, suena la Aspen, leo titulares, pero no retengo nada. Pienso en otras cosas, se me aparecen algunas imágenes en la cabeza, todavía estoy de mal humor por la basofia atómica que hizo Campanella y me pregunto si toda esa millonada de gente que la vio y dice que es maravillosa vio la misma porquería que yo.
A modo de síntesis: Francella hace de Francella (lo único diferente es que no tiene bigote, y no sé si ese es mérito como para que todos supongamos una maravillosa actuación), ese tan grandioso plano secuencia de la cancha es feo y además no cuenta nada (digamos que es más de publicidad de cerveza que de película de Campanella), están presentes la mayoría de los vicios del cine argentino, dura DOS horas, tiene música lacrimógena y, guarda con esto, la película empieza con una escena que tiene metido un efecto muy de videoclip de MTV de los 90´s. Además: hay fragmentos que son inverosímiles, actúa Pablo Rago (¡Pablo Rago! ¿Quién piensa que Pablo Rago puede actuar?), y tiene una imagen que parece de los ´70 (tiene el mismo DF que "La niña santa", por dios). Tengo tantas cosas para decir que no me alcanzaría la vida. Pero vuelvo a pensar en la película y una violencia loca se apodera de mi, me dan ganas de salir a buscar al señor este y torturarlo de alguna manera, no sé. Ah, sobre el final hay una especie de racconto. Qué recurso mas obsoleto, pelotudo, y avivagiles. La película es APB (a prueba de boludos), y eso no está bueno.
Tomo un mate. Como una factura. Otro mate. Otra factura. Mando un mensaje de texto desesperanzado. "¿En qué andás?". Para mi sorpresa, mi amiga anda en la nada. "Venite" le respondo. Y el domingo toma otro color. Me cuenta cosas, se ríe de boludeces, le cuento cosas, se ríe de boludeces. Le digo "haceme mate mientras yo hago cosas". Y pinta el jardinerismo.
Descargo todo a fuerza de tijeretazos. Saco yuyos, los arranco, acomodo la Santa Rita, me lastimo los brazos, las piernas, me corto un dedo, no lloro. Cambio de lugar una planta horrible que era del señor que vivía conmigo y que ahora se supone que es mia aunque yo nunca la riego ni la cuido porque no la siento mia. Pero después me da culpa y le hablo y le prometo que voy a cuidarla, y le saco las hojitas amarillas, y mato hormigas, y el papiro pequeño tiene chinchillas, que son feas porque parecen honguitos y me dan impresión. Me subo a la escalera y trato de enganchar la hiedra inglesa que se empeña en no enamorarse de la medianera. En cambio la enamorada del muro no puede más, ama mi muro, se le trepa como loca, se parece un poco a mi. A todo o nada. Cambio de lugar el jazmín, lo pongo cerca de la habitación, remuevo la tierra, mi amiga sigue hablando, yo le sigo contestando, nos seguimos contando. Un sábado separadas y pareciera que se nos pasó una vida. Repasamos los detalles del día anterior de cada una, "¿eso hiciste?", "cómo caíste", "reincidiste", "¿estás segura que lo tenés claro?", "después no vas a venir a llorar, ¿no?", "bueno, si llorás no importa, te inyecto un vino, bailamos la lambada y se te pasa todo". Lavo macetas, dejo que se sequen al aire libre, baldeo el patio, atrás de todos esos yuyos acaba de aparecer un patio por el que se puede caminar. Termino diez y media de la noche. Estoy sucia, me arden las piernas y los brazos porque hay una planta que lastima. Además se me clavaron algunas espinas de la Santa Rita y me duele, estoy cansada, fumo un cigarrillo, me siento en la puerta de la cocina y miro la obra terminada, miro el patio limpio, las plantas prolijas, el papiro grande que pobrecito, lo hice mierda, pero ya volverá a crecer. La noche está un poco fresca, pero nada que no se solucione con un bucito. Salgo a la calle con bolsas llenas de basura, visto un short de jean, un buzo rojo que tengo desde los quince, rodete inmundo, las manos embarradas. Un chico lindo me dice un piropo. Me siento en el patio, pongo música tranqui, todavía tengo que bañarme, comer, ordenar el cuarto y algunas cosas mas. Pero me quedo ahí, sintiendo un olor que está bueno, mezcla de tierra mojada, florcitas, y viento de casi verano. Se me pasan las horas, y pienso que estuvo bueno, que al final quería deprimirme y no pude, que si quería deprimirme iba a lograrlo, pero el día estaba demasiado bueno, yo tenía cosas divertidas para hacer, y deprimirme hubiera sido una total pérdida de tiempo. Cuando me voy a dormir, todavía hay un olor que no es mio en las sábanas.
Salgo a la calle y el día está precioso. Y pienso "qué pena no tener nadie con quién ir a pasear un día tan lindo, qué pena ser sola, qué pena no saber ir a pasear sola". Charlo con el diariero, con el kiosquero y con el chico de la panadería. Vuelvo a casa con cigarrillos, facturas y diario. Abro el diario y digo, en voz alta: "Ah, bueno, tormenta de facha". Paso las páginas, suena la Aspen, leo titulares, pero no retengo nada. Pienso en otras cosas, se me aparecen algunas imágenes en la cabeza, todavía estoy de mal humor por la basofia atómica que hizo Campanella y me pregunto si toda esa millonada de gente que la vio y dice que es maravillosa vio la misma porquería que yo.
A modo de síntesis: Francella hace de Francella (lo único diferente es que no tiene bigote, y no sé si ese es mérito como para que todos supongamos una maravillosa actuación), ese tan grandioso plano secuencia de la cancha es feo y además no cuenta nada (digamos que es más de publicidad de cerveza que de película de Campanella), están presentes la mayoría de los vicios del cine argentino, dura DOS horas, tiene música lacrimógena y, guarda con esto, la película empieza con una escena que tiene metido un efecto muy de videoclip de MTV de los 90´s. Además: hay fragmentos que son inverosímiles, actúa Pablo Rago (¡Pablo Rago! ¿Quién piensa que Pablo Rago puede actuar?), y tiene una imagen que parece de los ´70 (tiene el mismo DF que "La niña santa", por dios). Tengo tantas cosas para decir que no me alcanzaría la vida. Pero vuelvo a pensar en la película y una violencia loca se apodera de mi, me dan ganas de salir a buscar al señor este y torturarlo de alguna manera, no sé. Ah, sobre el final hay una especie de racconto. Qué recurso mas obsoleto, pelotudo, y avivagiles. La película es APB (a prueba de boludos), y eso no está bueno.
Tomo un mate. Como una factura. Otro mate. Otra factura. Mando un mensaje de texto desesperanzado. "¿En qué andás?". Para mi sorpresa, mi amiga anda en la nada. "Venite" le respondo. Y el domingo toma otro color. Me cuenta cosas, se ríe de boludeces, le cuento cosas, se ríe de boludeces. Le digo "haceme mate mientras yo hago cosas". Y pinta el jardinerismo.
Descargo todo a fuerza de tijeretazos. Saco yuyos, los arranco, acomodo la Santa Rita, me lastimo los brazos, las piernas, me corto un dedo, no lloro. Cambio de lugar una planta horrible que era del señor que vivía conmigo y que ahora se supone que es mia aunque yo nunca la riego ni la cuido porque no la siento mia. Pero después me da culpa y le hablo y le prometo que voy a cuidarla, y le saco las hojitas amarillas, y mato hormigas, y el papiro pequeño tiene chinchillas, que son feas porque parecen honguitos y me dan impresión. Me subo a la escalera y trato de enganchar la hiedra inglesa que se empeña en no enamorarse de la medianera. En cambio la enamorada del muro no puede más, ama mi muro, se le trepa como loca, se parece un poco a mi. A todo o nada. Cambio de lugar el jazmín, lo pongo cerca de la habitación, remuevo la tierra, mi amiga sigue hablando, yo le sigo contestando, nos seguimos contando. Un sábado separadas y pareciera que se nos pasó una vida. Repasamos los detalles del día anterior de cada una, "¿eso hiciste?", "cómo caíste", "reincidiste", "¿estás segura que lo tenés claro?", "después no vas a venir a llorar, ¿no?", "bueno, si llorás no importa, te inyecto un vino, bailamos la lambada y se te pasa todo". Lavo macetas, dejo que se sequen al aire libre, baldeo el patio, atrás de todos esos yuyos acaba de aparecer un patio por el que se puede caminar. Termino diez y media de la noche. Estoy sucia, me arden las piernas y los brazos porque hay una planta que lastima. Además se me clavaron algunas espinas de la Santa Rita y me duele, estoy cansada, fumo un cigarrillo, me siento en la puerta de la cocina y miro la obra terminada, miro el patio limpio, las plantas prolijas, el papiro grande que pobrecito, lo hice mierda, pero ya volverá a crecer. La noche está un poco fresca, pero nada que no se solucione con un bucito. Salgo a la calle con bolsas llenas de basura, visto un short de jean, un buzo rojo que tengo desde los quince, rodete inmundo, las manos embarradas. Un chico lindo me dice un piropo. Me siento en el patio, pongo música tranqui, todavía tengo que bañarme, comer, ordenar el cuarto y algunas cosas mas. Pero me quedo ahí, sintiendo un olor que está bueno, mezcla de tierra mojada, florcitas, y viento de casi verano. Se me pasan las horas, y pienso que estuvo bueno, que al final quería deprimirme y no pude, que si quería deprimirme iba a lograrlo, pero el día estaba demasiado bueno, yo tenía cosas divertidas para hacer, y deprimirme hubiera sido una total pérdida de tiempo. Cuando me voy a dormir, todavía hay un olor que no es mio en las sábanas.
2 comentarios:
Cuando a los 70, casada y con nietos edites tu autobiografía en 4 tomos, en el "Tomo I: Ser sóla", episodios como este no pueden faltar!! :)
BTW, yo ya hice la pre-order en Amazon, así que mejor no dejes de escribirla! ;)
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