Todos los sábados, antes de entrar al taller, me bajo en la parada anterior a la correspondiente, camino, ansiosa, y me paro frente a un local de calzados, donde pego la nariz a la vidriera y miro por cinco minutos unos zapatos preciosos que no puedo comprar. Después me voy.
2 comentarios:
jjajjaaa divina!!!
Ay qué ternura!
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