Hubo un día que fue triste y humillante para nosotros, pero especialmente para mis padres. Era el tiempo en el que pasábamos Navidad con la familia de mi madre y Año Nuevo con la familia de mi padre.
Aquella vez habíamos ido a la casa de mi padrino (que creo era primo de mi padre o algo así). Nosotros vivíamos en Transradio y ellos en Martínez. El trato era el siguiente: mi padrino y su familia ponían el asado para todos y los demás tenían que llevar ensaladas y bebidas.
El treinta de diciembre mis padres fueron al supermercado a comprar lo que les tocaba llevar. El treinta y uno de diciembre mi madre cocinó ensaladas varias durante el día y mi padre preparó una heladerita portátil (esas de telgopor) con mucho hielo dentro y varias botellas de vino y jugo.
En el parque grande, lleno de planas, se disponía una mesa muy larga donde todos íbamos a comer. Nos sentamos y mi papá colocó junto a él la heladerita portátil. La abrió, con cuidado, y sacó la primera botella de vino. Mi padrino y mi tío (el hermano de mi padre), se acercaron a el lentamente y se colocaron uno a cada lado. Bajaron las cabezas a la altura de la cabeza de mi padre, y mi padrino, tomándolo del hombro y haciendo un poquito de presión, le dijo: “Dejá J, esos vinos son muy berretas, llevátelos y tomátelos en tu casa”. Mi padre miró a mi tío, que rápidamente tomó la botella de la mesa y volvió a guardarla en la heladerita. Mi padre se tragó las lágrimas, pero cerró en silencio su heladerita.
Esa fue la última fiesta que pasamos en la casa de mi padrino.
Aquella vez habíamos ido a la casa de mi padrino (que creo era primo de mi padre o algo así). Nosotros vivíamos en Transradio y ellos en Martínez. El trato era el siguiente: mi padrino y su familia ponían el asado para todos y los demás tenían que llevar ensaladas y bebidas.
El treinta de diciembre mis padres fueron al supermercado a comprar lo que les tocaba llevar. El treinta y uno de diciembre mi madre cocinó ensaladas varias durante el día y mi padre preparó una heladerita portátil (esas de telgopor) con mucho hielo dentro y varias botellas de vino y jugo.
En el parque grande, lleno de planas, se disponía una mesa muy larga donde todos íbamos a comer. Nos sentamos y mi papá colocó junto a él la heladerita portátil. La abrió, con cuidado, y sacó la primera botella de vino. Mi padrino y mi tío (el hermano de mi padre), se acercaron a el lentamente y se colocaron uno a cada lado. Bajaron las cabezas a la altura de la cabeza de mi padre, y mi padrino, tomándolo del hombro y haciendo un poquito de presión, le dijo: “Dejá J, esos vinos son muy berretas, llevátelos y tomátelos en tu casa”. Mi padre miró a mi tío, que rápidamente tomó la botella de la mesa y volvió a guardarla en la heladerita. Mi padre se tragó las lágrimas, pero cerró en silencio su heladerita.
Esa fue la última fiesta que pasamos en la casa de mi padrino.
5 comentarios:
Entiendo la parte bian de la flia q se juntan con los de los suburbios más "cabecitas". En mi flia no es que no pase, al contrario (sólo que creo que lo disimulamos más y nos lastimamos menos, qué sé yo) .. pero quédese tranquila que pasa hasta en las mejores flias!!! ;) (y menos mal que pasa en la mía que sino no de ning manera hubiera podido ir a las Europas dos veces!)
Besote!
daria, nosotros prácticamente cortamos vínculo con toda esa parte de la familia, auque de vez en cuando todavía la sufrimos.
q sorete el padrino, merece paliza
dan ganas de darle un apapacho a tu papa
Tengo muchas de estas en la memoria y como siempre, el nudo en la garganta.
(capaz igual es que lo vengo trayendo del video de bebe)
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