Qué pintoresco, decimos, mientras caminamos con la cámara en la mano y miramos para uno y otro lado. Para uno y otro lado hay edificios antiguos, conventillo destruidos. Hay balcones incompletos, pedazos de maderas que sostienen techos. Hay baldosas flojas, o directamente no hay baldosas. Hay tierra, hay barro. Hay olor a pis que emana de algunas puertas abiertas. Escaleras angostas que no se sabe hacia dónde van. Hay viento, después hay quietud. Hay ropas rotas, colgando de sogas improvisadas que atraviesas los balcones incompletos, esos balcones que seguramente son la culminación de esas escaleras angostas. Hay señoras, descalzas, escribiendo, concentradas, en la puerta de uno de esos edificios destruidos. Hay frentes recién pintados, hay frentes que se caen a pedazos, hay algunos lugares que son sólo frente. Adentro, nada. Pasto. Pasto hasta la rodilla y en el fondo, la medianera. Una medianera pintada, "Virgen milagrosa" dice en la parte superior de la medianera. Y en la inferior, hay un triángulo, pintado, sin nada dentro. Ahí no hay virgen. Ahí no puede haber milagros. Milagro es otra cosa. Hay viento, y cuando hay viento bailan las ropas colgadas, y el olor a pis que sale de las casas circula por las veredas con mayor velocidad. En una entrada, en un edificio, hay caca. La palabra caca es poco elegante, pero se entiende. Es contundente e irremplazable. Hay caca, y está medio tapada con una chombra roja. Qué pintoresco, repetimos. Y nos vamos.
1 comentario:
Ciudad de contrastes, esta. Hermosas arquitecturas, rodeadas de no tan hermosa idiosincrasia/historia.
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