En el momento cumbre de la desesperación, en medio de ese estado entre lacrimógeno y colmado de mal humor, aparecen esas ideas que son cualquier cosa menos grandiosas, esas palabras que caen en la cabeza como si fueran una solución mágica, cuando en realidad son solamente un placebo. En el medio de la vista fuera de foco por las lágrimas y la desesperación extrema, vienen, disfrazadas de medicamento milagroso, y te susurran al oído "no te preocupes, todavía te queda un día".
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