martes, 9 de agosto de 2011

Estoy feliz y soberbia y un poquito insoportable

Es casi mi cumpleaños y todos los años, cuando es casi mi cumpleaños, se me da por hacer balances mentales pero no de los que son cosas positivas y cosas negativas que me hayan sucedido en los últimos doce meses sino quién era hace doce meses y quién soy ahora. Cambié. O volví a ser lo que era, no sé. Hace doce meses gritaba más y decía más groserías. Hace doce meses hablaba horas por teléfono con amigas y me emborrachaba bastante más seguido, aunque sea en la soledad de mi casa. Volví a ser lo que era, es eso. Yo nunca hablé mucho y jamás grité, ni siquiera en medio de una pelea, a mi en las peleas se me da por la tristeza y la tara mental y no por la violencia verbal y menos que menos por la física.

Hace no mucho conocí a tres personas que conocía virtualmente, siempre son raros esos encuentros porque por más positivo, ameno o divertido que sea (o que sean, ellas) uno siempre tenía un preconcepto de lo que iba a encontrarse (preconcepto no es lo mismo que prejuicio, ¿no?). Y la realidad es otra, en general se aleja de lo que habíamos imaginado y eso, repito, no es ni mejor ni peor: es diferente. Algunos días más tarde o al día siguiente, una de las chicas dijo, entre otras cosas, que yo era una persona dulce y buena. Sí, soy buena. No, no soy dulce. Me pregunto qué habré hecho para dar la impresión de dulzura que mi madre siempre me reclama: qué poco demostrativa, qué poco que hablás, nunca contás nada. Sí, soy buena. O no, eso no lo sé. Creo que es más bien indiferencia: a veces puede confundirse indiferencia con bondad. Parece un disparate pero que, por ejemplo, yo no hable pestes de alguien, no significa que sea buena o que la quiera o que la aprecie o que lo que sea: me es indiferente, me chupa un huevo, no tengo opinión porque formar una opinión sobre eso me parece una pérdida total de tiempo. No es bondad. Es indiferencia.

En los últimos tiempos, esto es como una vuelta a la adolescencia, una adolescencia que, me parece, fue una adultez temprana (después, en la adultez propiamente dicha, tuve una regresión, como una adolescencia tardía, con todo lo que eso acarrea y que por suerte estoy superando), todo me es indiferente. No me interesa nada de lo que haga nadie mientras a mi no me rompan las pelotas. En serio. Es un período de lo más tranquilo: como no me importa lo que hagan o dejen de hacer los demás, me limito a acompañarlos en el sentimiento. Esto es: si te hace feliz, buenísimo, si te enoja, cambialo. El fin de la etapa del prejuicio (esto se relaciona con lo del párrafo anterior: no es bondad de lo que estoy hablando). En general, y esto tal vez sí sea negativo, todos los problemas que me cuentan (incluso, dos o tres veces por semana, los que me auto-cuento) me parecen pelotudeces. Como si la indiferencia por todo llegara a un nivel superior en el que todo absolutamente todo me parece una boludez. Y esto, por supuesto, esta empatía del "si te hace feliz, buenísimo", peca por momentos de una soberbia rara: YO te entiendo. YO estuve ahí. YO puedo estar feliz porque sé por lo que estás pasando. YO estoy de vuelta. VOS me chupás un huevo.

Esto feliz, pero es una felicidad tan apacible y tranquila que me recuerda, y esto lo digo de verdad, a cuando tenía dieciocho años y me quedaba mirando películas toda la noche, sola, en el sillón de mis viejos. Me recuerda a ese tiempo adolescente de edad y adulto de cabeza, ese momento en el que no me hacía problemas por tipos boludos (cuando hablé antes de la adolecencia tardía, por ejemplo, estoy hablando de tener problemas de quince a los veintidós). Estoy feliz y soberbia y un poco insoportable.

5 comentarios:

talita dijo...

M: esta frase: Y esto, por supuesto, esta empatía del "si te hace feliz, buenísimo", peca por momentos de una soberbia rara: YO te entiendo. YO estuve ahí. YO puedo estar feliz porque sé por lo que estás pasando. YO estoy de vuelta. VOS me chupás un huevo.

bueno, eso. yo también estoy así. menos feliz, pero con la misma soberbia en la que entra el VOS me chupas un huevo.
saludos!

Nuri148 dijo...

La indiferencia creo que va por dentro, el no emitir juicio de ese algo que no te interesa creo que pasa más por la coherencia- Claro que la coherencia es una cualidad tan escasa que no me extraña que te la confundan con bondad (lo cual si lo pensás es tristísimo).

Anabella dijo...

Me da mucho gusto leer que alguien es feliz :)

Mónica Pavón Mardones dijo...

Es raro leerte. Como que vivimos en dimensiones paralelas, hemos pasado por cosas parecidas y siempre te encuentro mucha razón en lo que dices.

Mi cumpleaños también se acerca. Y también me pongo a hacer análisis de dónde estuve y dónde estoy ahora. No sé si es un buen ejercicio o no, pero al menos a mí me es necesario.

Saludos.

Avanti Morocha dijo...

Uy uy te leo y soy yo!!!!!! Increible, sera astrologia o q, q estaremos pasando por el mismo momento.

Buenisimo, saludossss.