martes, 23 de agosto de 2011

Dislexia

Cuando era chica confundía las palabras "caja" y "cáscara" y la unía en un horrible "cájara" que usaba indistintamente cuando tenía que decir una o la otra. La primera vez que me di cuenta que las confundía fue una tarde en la que papá me pidió que fuera al kiosco a comprarle una caja de fósforos y yo le pedí al chico que atendía (un chico que me intimidaba porque además de ser casi adolescente estaba muy lindo) una "cájara de fósforos". Volví con la caja de fósforos porque el chico entendió lo que yo pedía y porque cuando era chica hablaba más para adentro que para afuera y supongo que no se había dado cuenta del error. Pero volví pensando durante esas dos casas que separaban la nuestra del kiosco, que me había equivocado y repetía mentalmente "cájara" cada vez que pensaba en "caja" y cada vez que pensaba en "cáscara". Después pensé que se me había pasado pero de vez en cuando digo "cájara" en lugar de "caja" y me río y me acuerdo de esa tarde tan calurosa y soleada cuando por primera vez me di cuenta que las confundía.

De todo el tiempo que viajaba en colectivo para ir al trabajo, a la casa de algún novio, a la facultad o a pasear, mi entretenimiento preferido era jugar con los números. Hacía cuentas mentales sumando las cifras del colectivo en el que estaba viajando y también de los que veía pasar. Trataba de encontrar relaciones del tipo: si al 378 le restás x números te queda el colectivo que te lleva a Morón. Si al 96 lo multiplicás por x número el resultado es el que te lleva a Tigre. Si sumás el que te lleva a Ciudad Universitaria con el que te deja a dos cuadras de mi casa, tenés el número del que te lleva a la casa de Pablo. La casa de Pablo tiene como numeración el 1918 y ese 1918 parece más el año de una revolución que la numeración de una casa prefabricada. Me fascinaba y podía pasar horas restando, multiplicando, sumando y dividiendo numeraciones y cifras de colectivos o de casas o de números de teléfono: en una época sabía cuál era el resultado de la suma de todos los números de teléfonos de las casas donde había vivido.

Hoy a la mañana tenía que hacer algunos trámites. Específicamente: un depósito bancario y el pago de la primera cuota del taller, un taller que queda en un barrio que no conozco y siempre que tengo que ir a un barrio que no conozco me pongo muy nerviosa porque pienso que voy a perderme. Y no es para menos: siempre me tomo el colectivo en la vereda equivocada y siempre camino para el lado contrario del que tengo que ir. Anoté en un cuaderno el número de la cuenta bancaria y lo chequeé varias veces y varias veces me equivoqué el cinco con el dos y varias veces alteré el orden de los números y varias veces tuve que tachar y volver a empezar. Por supuesto, llegué al banco y lo único que me respondía la maquinita diabólica era un desesperante "el número ingresado es incorrecto". Hablé con el chico del banco, un goma que se quiso hacer el simpático pero no le salió, aunque le estaré eternamente agradecida porque me pidió un número de documento y me devolvió la solución a mis problemas "Acá. Este debería ser un dos".

En el lugar donde tenía que pagar un taller había una peluquería y al lado un negocio con ropa canchera y muy moderna comprada en Avellaneda y revendida a dos o tres veces de lo que había salido. En realidad, en ninguno de los dos lugares estaba el taller porque la numeración de uno a otro saltaba de 4375 a 4393 y yo tenía que ir al 4391. Pregunté a la chica del negocio pero me repitió lo que yo ya sabía: "Acá es el 1475". Quise decirle que ya sabía y quise decirle pelotuda pero me contuve porque estaba segura que la pelotuda era yo, y no está bien descargarse con cualquiera por un error que cometió uno mismo. Caminé por la cuadra y encontré el lugar donde dan el taller, la dirección era 4319. La había anotado mal.

13 comentarios:

bbs dijo...

Cuando yo iba a San Miguel a bailar, también hacia cálculos con los bondis que me tomaba, las direcciones de los bolichones y algún teléfono recolectado el sábado anterior...

Insisto,este es el mejor blog que uno puede leer

Unknown dijo...

ay a mi tambien me pasan esas cosas muy seguido! jaja

Anabella dijo...

Cosas que pasan.
Igual me llama mucho la atención el tema de los números de los colectivos, jamas se me habria ocurrido hacer cuentas con estos.

bbs dijo...

Cosas que pasan.#Bicicletas

Trementina dijo...

Mi clásica cuenta en los colectivos era con el boleto: contar cuánto faltaba para que el número fuera capicúa, y a ese número buscarle cuánto le faltaba para que fuera capicúa y así hasta encontrar uno que lo fuera, o no.

Anónimo dijo...

Yo también digo "cajara de fósforos". Pero no digo "cajara de zapatos", ni "cajara de cartón", ni ninguna otra variante. "Cajara de fóforos" (así, sin la primera s). Siempre pensé que era una preferencia estética de mi inconciente, suena mucho mejor.

Anónimo dijo...

Yo voy a responder las ecuaciones bondieras que propusiste:
1) 76 (o 377)
2) 3,572916666666
3) 28, 298, 326

;)

Anónimo dijo...

Mi costumbre con los numeros, era mirar las patentes de los autos, sumar las cifras y fijarme si eran divisibles por tres... Admito que me duro mucho tiempo esa costumbre, hace poco se me fue, pero de vez en cuando me fijo si alguna que otra patente es divisible por tres.
saludos:)

MissBgui dijo...

Yo no puedo creer que me deje corregir por una persona como vos.
Cájara.
CÁJARA!!!!

Unknown dijo...

Hay algo que no termino de comprender:

¿Cómo la flaca te dijo que estaban al 1475, y en media cuadra estabas al 4000..?

Che, qué asunto este... Un problema. Perder tiempo ya es algo que a uno no le sobra, pero, ¿y si un día hacés un cheque mal y en vez de 190 ponés 910?

Mamá... Abrazos bloggeros.

Unknown dijo...

Ah, listo.
Recién vuelvo del próximo post.
Comprendo todo.

Guillermo Altayrac dijo...

Esto está muy lindo, por ejemplo.
Y me encanta lo de cájara. Como palabra que servía para cubrir las otras dos. Jajaja...
Yo, de chico, decía inglesia. Y estaba convencido de que se decía así porque algo tendría que ver con los ingleses.
Alguna más tenía, pero ahora no recuerdo.
Saludos.

Anónimo dijo...

Me hiciste reir mucho! Genia!