Viste que en general es al revés. Primero está el principio, el comienzo, y después el final. Salvo en estas fechas, en las que se termina algo y empieza otra cosa. Mi fin de año fue aburrido y deprimente, como todos los años. A mi el fin de año me pone melanco mal. La cena se desarrolló en tranquilidad: una picada monumental, carré de cerdo, pollo al vino blanco, papas, batatas, ensalada, ensalada de frutas y después turrón de maní. Qué debilidad tengo por el turrón de maní: agarro un pedacito, tímidamente, y después como directo del paquete. Lo terminamos brindando, como siempre. Saludos de rigor con gente que amás y gente que no te cae muy bien pero están ahí, y no podés no saludar. Yo siempre lloro en el brindis de comienzo de año. Con mi hermana llorábamos dos o tres minutos y salíamos a mirar los fuegos artificiales. Después viste que las vueltas de la vida son una mierda, y mi hermana no estuvo mas, y ya no tuve con quién salir a mirar las luces en el cielo. Anoche después del brindis me sobrinito de tres dijo "tía Maru", me agarró de la mano y me arrastró afuera. Estaba emocionado, y yo también. Lo alcé y le di besos en los cachetes gordos, y le acomodé el flequillo. Es una mierda, pero creo que sólo puedo demostrarle cariño a mis sobrinos. Miramos los fuegos artificiales. Abría los ojos grandes cada vez que veía luces violetas, que son sus preferidas. Lo llevé al medio de la calle, y lo fui guiando "mirá allá, ahí, ¿ves?, mirá, hay rojo, verde, azul", pero a él le importaban las violetas. Y se reía y señalaba con el dedito cuál era el que mas le gustaba. Después entramos. Y se cortó la luz. Se cortó en mi casa, y en cinco cuadras a la redonda. Tuvimos que salir de nuevo, y miramos la luna, que estaba regordeta y blanca. Cercana. Te estirabas un poco y la tocabas. Mi sobrinito le cantó a la luna. Está demente, pero es de familia. Estaba todo oscuro, el cielo se iluminaba cada vez menos: ya no estamos en la era de gastar dinerales en fuegos artificiales. Al rato se fueron todos. Lavamos los platos, con mamá, y chusmeamos. Me dormí mirando "The office". Lo primero que pensé cuando abrí los ojos hoy al mediodía fue: "mañana me dan la llave del departamento nuevo".
El comando ramero en la operación mudanza está activísimo. Cuando papá y mamá me traían para acá les dije "pasemos por mi casa nueva asi la ven de afuera". Asi que allí fuimos. Estacionamos en la vereda, y yo les dije "esas tres ventanas". "Es re grande" dijo mi mamá, y mi papá no entendía cuál era el edificio. Miramos las tres ventanas, un rato, y nos fuimos.
Ahora estoy disfrutando mis últimos días acá. Es raro. Cada cinco minutos me repito "me mudo", pero todavía no puedo creerlo. Mi vida está casi toda en cajas, todas demencialmente organizadas. Mamá será la madre sustituta de mis plantas: ya se llevó la Santa Rita, el jazmín, y el perejil. Al menos sé que quedan en buenas manos. Papá ya arregló casi todo lo que rompí en estos dos años y medio. Mamá ya revisó bolsas y se llevó cahivaches inservibles. "Ojalá nunca tengamos que mudarnos" dijo mi papá, y continuó: "Si hay que embalar todas las porquerías que guarda la mami no terminamos nunca. Un camión sólo para el placard". El otro día me pregunté de qué carajo me servía ser buena. La respuesta me llegó de una manera extraña: cada persona que supo de mi mudanza se ofreció a ayudarme, y la mayoría agregó "vos siempre ayudás en todo, cómo no te voy a ayudar con eso". Yo, que pensaba empezar a ser un poco mas zorra, me convencí de que voy por un buen camino. Tengo que seguir siendo como soy.
Me queda por embalar todo lo del placard, y algunas cosas de la cocina. Ya está. Goobye Belgrano. El comando ramero viene el domingo, escuchá esto: a las OCHO de la mañana, a llevar cosas a mi nueva casa. El lunes el flete a llevar las cosas grandes. Y no quiero ni pensar lo que me va a suceder cuando, finalmente, vea todo completamente vacío, recorra por última vez esta casa donde fui tan feliz y tan infeliz. Cuando cierre las persianas, las puertas, y camine por el pasillo hacia la salida. Y ya. Después de eso, una vida nueva. O casi.
Porque el 2010 ya llegó, y los fortineros lo festejaron con una caminata maravillosa por Avenida Rivadavia que a mamá y a mi nos emocionó (a mamá mas: se olvidó que estaba cebando mates y se le enfrió el agua), y yo lo festejo cambiando de casa y de barrio. Mis años pares siempre fueron una mierda, pero agarrate 2010: no te voy a dar tregua, y a la primera que me hagas, te cago a patadas en el orto.
El comando ramero en la operación mudanza está activísimo. Cuando papá y mamá me traían para acá les dije "pasemos por mi casa nueva asi la ven de afuera". Asi que allí fuimos. Estacionamos en la vereda, y yo les dije "esas tres ventanas". "Es re grande" dijo mi mamá, y mi papá no entendía cuál era el edificio. Miramos las tres ventanas, un rato, y nos fuimos.
Ahora estoy disfrutando mis últimos días acá. Es raro. Cada cinco minutos me repito "me mudo", pero todavía no puedo creerlo. Mi vida está casi toda en cajas, todas demencialmente organizadas. Mamá será la madre sustituta de mis plantas: ya se llevó la Santa Rita, el jazmín, y el perejil. Al menos sé que quedan en buenas manos. Papá ya arregló casi todo lo que rompí en estos dos años y medio. Mamá ya revisó bolsas y se llevó cahivaches inservibles. "Ojalá nunca tengamos que mudarnos" dijo mi papá, y continuó: "Si hay que embalar todas las porquerías que guarda la mami no terminamos nunca. Un camión sólo para el placard". El otro día me pregunté de qué carajo me servía ser buena. La respuesta me llegó de una manera extraña: cada persona que supo de mi mudanza se ofreció a ayudarme, y la mayoría agregó "vos siempre ayudás en todo, cómo no te voy a ayudar con eso". Yo, que pensaba empezar a ser un poco mas zorra, me convencí de que voy por un buen camino. Tengo que seguir siendo como soy.
Me queda por embalar todo lo del placard, y algunas cosas de la cocina. Ya está. Goobye Belgrano. El comando ramero viene el domingo, escuchá esto: a las OCHO de la mañana, a llevar cosas a mi nueva casa. El lunes el flete a llevar las cosas grandes. Y no quiero ni pensar lo que me va a suceder cuando, finalmente, vea todo completamente vacío, recorra por última vez esta casa donde fui tan feliz y tan infeliz. Cuando cierre las persianas, las puertas, y camine por el pasillo hacia la salida. Y ya. Después de eso, una vida nueva. O casi.
Porque el 2010 ya llegó, y los fortineros lo festejaron con una caminata maravillosa por Avenida Rivadavia que a mamá y a mi nos emocionó (a mamá mas: se olvidó que estaba cebando mates y se le enfrió el agua), y yo lo festejo cambiando de casa y de barrio. Mis años pares siempre fueron una mierda, pero agarrate 2010: no te voy a dar tregua, y a la primera que me hagas, te cago a patadas en el orto.
6 comentarios:
Todo va a estar muy bien, porque esta vez, acompañaste a la tradición de los fines de año. Empezaste la historia al revés. Fin de una etapa, comienzo de otra. El dicho tan trillado se está cumpliendo deendeveras!!..."Año NUEVO, vida NUEVA" y súper...claro. ;D
Besos y lo mejor de lo mejor para todo este año...(el que viene, vemos. Depende de como te portes :P)
Me gusto mucho mucho.
Un beso grande.
^^ esraras bien nena
muy lindo a ver que sale! (mejor sea para bien) te leo!
mudarse ayuda... pero tampoco nos engañemos. que sea año nuevo, vida nueva, depende de vos.
1) te leo, te leo, te leo y pienso: "qué genial que haya alguien en el universo que pueda expresar tan perfectamente lo que me pasa a mí"
2) el 2010 va a se genial. fin.
3) yo también me fascino con las luces violetas de los fuegos, me hacen sonreir más. Conclusión: tengo 3!
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