lunes, 23 de mayo de 2011

Manipulador

Yo puedo reconocer garcas. Puedo ver la falsa buena onda y la hipocresía de la sonrisa exagerada. Son suficientes dos o tres charlas o algunos ratos observando a alguien para saber si es garca o no: el jefe que te dice que te tomes el día, tranquila, no hay problema, después lo hablamos; y después te viene con un pedido imposible al que no podés negarte porque cómo, yo te di el día, la otra vez, ni un problema te hice, ni siquiera te pregunté si era muy grave. Hay muchos tipos de garcas, del que estoy hablando, particularmente, es del garca manipulador, que alternadamente va a hacerte sentir culpa, lástima o cariño y con eso te va a chupar hasta la última gota de sangre. Fijate que siempre que hay un jefe dando lástima hay un empleado que trabaja mil horas extras sin cobrar un peso. Yo puedo reconocer garcas manipuladores: los saco por la manera de hablar, de moverse, por esa buena onda tan sospechosa, por esos beneficios detrás de los que esconden intenciones oscurísimas. Yo puedo verlos y puedo interactuar con ellos y pensar, mientras les sonrío casi de la misma manera hipócrita que ellos, que ésta vez no me vas a cagar, ésta vez no me vas a hacer trabajar el fin de semana, ni horas extras, y si tenemos que arreglar un pago fuera de lo arreglado primero lo arreglamos y después te trabajo, y si después no me pagás agarro y me llevo todo el trabajo porque yo así no laburo, querido. Puedo pensar todo eso y puedo pararme derecha y saborear un toque que vas a quedarte callado porque mi respuesta va a sorprenderte, porque pensaste que moviendo un poquito los hilos ibas a manejarme de nuevo como una marioneta, y puedo pensar todo eso de verdad y sentirme orgullosa por anticipado y después abrir la boca y decirte que sí, todo bien, vengo a laburar el finde, no te hagas drama por la plata, después lo hablamos, total a mi no me cuesta nada, no te pongas mal, ya vas a arreglar los quilombos de guita, yo te banco.

1 comentario:

Makuni dijo...

tan tristemente real