Le dije "mirá, qué triste, la chica esa" y mientras ella se daba vuelta para mirarla me corregí: "no, no es tristeza, es infelicidad. Tiene cara de infelicidad".
Hundida en un sillón, la chica de jean ni claro ni oscuro y campera de abrigo, miraba atenta el negocio que estaba frente a ella: un lugar que no sé qué nombre recibe pero se dedica a vender muñecos para tortas. Casi inmóvil, miró todos y cada uno de los muñequitos desde su asiento. Y cuando terminó de examinarlos, se levantó y caminó hacia la escalera mecánica. Recién ahí, pudimos ver que llevaba una riñonera.
10 comentarios:
creo que no hay nada mas infeliz que un muñeco de torta de masapan.
hay que ser feliz sea como sea besos m
no entendí lo de la riñonera?
hay que buscar ser feliz a cualquier costo m besos
desde que escribiste ese post sobre un tal carlos te queres matar con el perno que es este impostor
carlos trucho, denso, maricon, drogadicto, y atorrante
La riñonera es síntoma de infelicidá pura.
anonimo 19.57 que ganas de joder
Al anónimo de 19,57:
ojo con el Carlo, viteh. Acá lo bancamo a muerte y no te hagá el banana porque te hacemos empernar por la barra de Chicago.
A nuestra diosa inmortal: Albricias, majestad. Sólo inclinarnos ante su magnificencia y recordarle que nuestras vísceras os pertenecen.
Amo la exageración de comando carloncho! Jajajajaja. Las vísceras, mis polainas!
nunca use riñonera ni de niño ni de adolecente, nunca. Pero si me conseguis una fluo bien grandota, te juro que la rompe y debe ser super comoda.
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