miércoles, 26 de mayo de 2010

Pasajero y olvidable, el ímpetu de activación

Luego de diez días de vacaciones y ningún (pero ningún) ítem tachado de las inmensas listas de "cosas para hacer" en el apartado "no me puedo seguir durmiendo en los laureles" de mi vida, retomo la rutina diaria de quedarme dormida, levantarme puteando, llegar al trabajo, pensar en el almuerzo etcétera etcétera.

Al mismo tiempo -en paralelo, tipo Lost, que todavía NO vi-, diez días de vacaciones y ningún ítem tachado han provocado en mi un descanso y un relax particulares que se infiltran en mi acostumbrada y tan amada fatiga crónica y me hacen tomar resoluciones de lunes un miércoles soleado.

Entonces, hoy, mientras venía en el colectivo, qué lindos los pajaritos, qué divino el sol de la mañana, qué bueno haber conseguido asiento, resolví: empezar el gimnasio, retomar la facultad, arrancar con la dieta.

Por suerte (reitero: POR SUERTE) sé que todo esto es delirio. Locura transitoria. Pelotudez extrema. Y, por sobre todas las cosas, sé que este ímpetu de activación, éstas ganas de hacer cosas, de ponerme en movimiento, es producto de ese relax que tengo ahora, pero que en un par de horas desaparece. Es algo pasajero. Completamente olvidable.

3 comentarios:

Mónica Pavón Mardones dijo...

Jajaja... A mí me pasa lo mismo. Vivo tomando resoluciones que me duran un suspiro y luego se me olvidan.

TEMO el día que lleguen para quedarse.

Vicky* dijo...

mmm libriana? jeje

Anónimo dijo...

has descripto mi vida (?)