sábado, 26 de mayo de 2012

Armando el hogar dulce hogar I

En el cuartito de arriba habían quedado, de la familia anterior que vivía acá, unos estantes con la pintura saltada, un hueco en una de las maderas, etcétera. Dijimos que no íbamos a tirarlos (a mi me cuesta mucho tirar cosas que pueden o ser arregladas o ser reutilizadas de otro modo). Un tiempo después, cuando yo ya me había mudado, decidimos que podían ser los estantes que nos faltaban en la cocina, que es chiquita, y para mi gusto está mal pensada: a quién se le ocurre que el único enchufe (aparte del de la heladera) esté encima de la pileta (esto significa, por ejemplo, que cada mañana hay que sacar la cafetera de la alacena, enchufarla, usarla, desenchufarla y guardarla, es muy engorroso). Decía, la cocina es chiquita, las alacenas son pocas, etcétera. Pintamos de rojo (pintó Juan) los estantes y un fin de semana los colgamos. Habíamos decidido ponerlos bien arriba para no tener que agujerear los cerámicos (siempre pienso que si uno quiere agujerear cerámicos va a romperlos) y por suerte esa semana estaba de visita una amiga de Juan que nos salvó de la peor decisión que habíamos tomado: ¿Cómo los van a poner tan arriba si ustedes son petisos? No van a llegar a agarrar nada. Por supuesto que tenía tanta razón que todavía nos reímos cada vez que nos imaginamos los estantes arriba y nosotros trepándonos a varias sillas para agarrar un paquete de arroz.


3 comentarios:

Hija del mundo dijo...

Quedó muy linda! Hay fotos del "antes"???
Beso.

Anónimo dijo...

pueden abrir el enchufe. sacar una extencion con un cable canal y ponerlo en otro lado. con mas de una boca. claramente.

Andrea Villamarín dijo...

Güenaza la cocina... yo tengo el mismo problema (de ser petisa y no alcanzar las alacenas más altas... que al final quedaron inutilizadas)
Me traje una (ex-)biblioteca al comedor para usar de alacena