domingo, 24 de julio de 2011

¿Cómo? Así

No es que esté mal, pero hay algo que no está del todo bien. Básicamente estoy aburrida. Todo me parece mínimo: los momentos de alegría, las satisfacciones, los problemas (mios y ajenos). Al mismo tiempo, estoy bastante productiva y el tiempo de procastinación virtual se redujo casi a lo imperceptible. No posteo en los blogs, no paso tiempo en twitter, casi no abro facebook. No miro televisión, casi nada, y ésta es una de las cosas que más me sorprenden: el temor que tenía de que el trabajo en casa sea incompatible con el aparato a metros mios era una ilusión fundada en lo que era hace algunos años. Hay un cierto contraste entre las cosas buenas que estoy contando y eso que siento de que hay algo que no está del todo bien. Estoy más abandónica que nunca y no es por algo en particular y ni siquiera es por el invierno. Quiero decir: no hay ningún motivo identificable por el que pase tanto tiempo sola y supongo que esa incomprensión es la que no me deja determinar si estoy bien o estoy mal. Digamos que estoy y punto. Algunas cosas que no están bien y me sacan de las casillas: no logro levantarme a la mañana. Envidio profundamente a las personas que siendo las diez ya hicieron dos o tres cosas o al menos una (acá se me ocurre que hacer una cosa antes de las diez puede ser: desayunar, con eso ya estaría satisfecha) y los envidio tanto que les deseo una vida de larguísimas siestas y llegadas tardes. No logro salir de la cama hasta pasadas las once. Y no está bien. Y todas las mañanas casi mediodías, cuando logro destaparme y levantarme lo primero que me sucede es que me baña un mar de mal humor que dura algunas horas y a veces más. Pongo el depsertador lejos y hago todas las cosas para poder levantarme pero me lanzo al absimo de los cinco minutos más y los cinco minutos más siempre se transforman en cincuenta.

Trabajar en casa es tan satisfactorio como raro. El otro día hablaba con un amigo que también edita en su casa y comparábamos métodos y rutinas porque el no tener la obligación de cumplir un horario te desacomoda toda la rutina laboral. Me levanto cerca del mediodía y mientras desayuno abro el proyecto que esté editando y el proyecto queda abierto todo el día y a veces son las once de la noche y yo sigo ahí sentada pero nunca termino de entender si trabajé mucho o poco: es difícil contabilizar cuántas horas estuve realmente trabajando, cuántos recreos me tomé o cuántas veces bajé al super o a la verdulería o a sacar la basura. En general me da la sensación de que me pasé el día editando y está claro que nunca me paso el día editando. Pero al mismo tiempo, trabajar en casa es lo más lindo que me pasó desde que trabajo. Controlar mis tiempos todavía no me sale, pero sí me sale trabajar bien y contenta y poder parar cuando sé que estoy editando por inercia o cuando los ojos no me dan más o cuando necesito despejarme un poco porque ya no se me ocurre qué hacer. Y si bien es cierto que en cualquier trabajo uno tiene derechos a pausas, las pausas en casa son diferentes: el otro día, por ejemplo, paré un rato de editar y me puse una linda música y amasé pizzas y después me lavé las manos y seguí trabajando. Vale la pena no entender si trabajo mucho o poco porque esos momentos de estar en casa haciendo lo que se me canta son invalorables. Por ésto, los que trabajan fuera de sus casas, pueden envidiarme con muchísimo ahínco.

Lo que sí pasa cuando uno trabaja en casa solo tanto tiempo es que el nivel de soledad llega a un límite de saturación que es difícil de manejar y creo que esa costumbre de no hablar con nadie en todo el día me está llevando a esto de estar más solitaria y callada que nunca, aunque algunas veces sí se torna insoportable y sí necesito estar con alguien y charlar pavadas y todas esas cosas sociales que me cuestan muchísimo pero me traen muchas alegrías. Breves, las alegrías, como decía al principio: invito alguien a casa y después quiero que desaparezca porque ya está, ya nos vimos, ya interactuamos, ahora andate. Estoy odiosa.

El viernes trabajé fuera de casa y se me hizo imposible, no por el trabajo en sí sino porque eran las diez de la noche y yo seguía trabajando y la jornada no había sido de las mejorcitas y estaba sola en una productora y cuando cerré todo para finalmente irme, se me trabó una llave en la cerradura, la rompí, no sé, y me agarró una crisis nerviosa que estuvo a punto del llanto mocoso pero se quedó ahí. Me fui y me tomé un taxi para ir a la casa de Juan y le expliqué al taxista cómo ir y venía pensando en algunas pavadas, la mayoría de ellas relacionadas con: cómo puedo ser tan pelotuda de meter una llave en una cerradura y romperla y ni estaba pensando en el recorrido y evidentemente el taxista tampoco estaba pensando en el recorrido y se olvidó de doblar en una avenida y nos desviamos un montón y yo me taré y no sabía cómo salir del berenjenal donde estábamos metidos, estaba perdidísima y creo que el taxista también, pero el forro en lugar de parar y preguntar inventaba circuitos por la ciudad de lo más laberínticos y me agarró un miedo feroz que sólo me hacía pensar que el tipo me estaba mareando a propósito para llevarme a un descampado y violarme y matarme. Y en lugar de agarrar el teléfono y llamar a Juan o algo, me quedé como petrificada hasta que me di cuenta que el pelotudo del taxista se había tarado mucho más que yo y estaba por doblar de nuevo como el orto y si doblaba como el orto de nuevo empezábamos a bordear el cementerio de la Chacarita y ahí te quiero ver, qué hacés, te bajás y corrés, te metés entre las tumbas, te tirás abajo del tren. Todas las calles que agarraba me resultaban desconocidas y eran todas calles angostas y oscuras y bajarme ahí, en el medio de la nada (para mi, Capital Federal puede convertirse en la nada) y, de nuevo, en vez de llamar a alguien por teléfono aunque sea para decirle dónde estaba, me quedé helada hasta que leí Cucha Cucha y todo mi gps mental empezó a acomodarse de nuevo y cuando llegamos a Avenida San Martín supe que ahí sí podía bajarme o que ahí sí podía ubicarme o que ahí no, no me iba a violar ni matar ese taxista tan boludo. Le pagué al taxista y me bajé casi corriendo de su auto y cuando toqué el timbre el taxista arrancó y a mi se me salía el corazón de la desesperación y apenas lo vi a Juan lo abracé y me largué a llorar como una nena, le decía que el taxista me había asustado y Juan, no sé, esas cosas que hacemos por impulso, salió a la vereda pero ya ni se veían las lucecitas del auto. Lloré y lloré y él me abrazó y era la cerradura que rompí y la jornada de trabajo que estuvo rara y que no logro levantarme antes de las once y que tengo a mis amigas abandonadas y que mi mamá me pregunta cada vez que me ve cuándo voy a tener un hijo. Y lloré hasta que me tranquilicé y me di cuenta que las cosas no salen como uno se las imagina y que todo es mucho más difícil de lo que pensamos y que el taxista no era malo sino medio boludo y que yo no puedo congelarme tanto como para tener tanto miedo por algo y no hacer nada al respecto.

18 comentarios:

Lucía dijo...

te tenés que dar un poco de tiempo para ajustarte a lo nuevo. A no depender de ninguna rutina, más que la que te pida tu cuerpo, a disfrutar de vos y reencontrarte con la gente. Y de tu mamá... te lo digo yo que tengo un doctorado en madres hinchapelotas, es difícil, pero tratá de encontrarle el ridículo a la situación. De reírte un poco! Vas a ver, que ahora cuando leas esto que te digo, te va a parecer una pelotudez, pero te juro por propia experiencia, que una vez que lo conseguís, es increíble reírte de todo eso que te dice tu mamá y que antes te hacía bolsa. Tratá de no reírte en su cara igual... confieso que una vez no me pude aguantar y me reí en su cara, y no podía parar de reír, porque encima ella seguía tirando cualquiera por mi risa, y finalmente la pude ver de verdad verdad. Y nada de lo que dijo nunca más me afectó para mal.

Anónimo dijo...

bueno... son los miedos lógicos del cambio radical que implica trabajar en casa. he pasado por eso, cada tanto me agarran, pero está bueno darse cuenta y tratar de cambiarlo.
we can do it baby!! =D

Caromusa dijo...

Varias cosas:
a) no importa cuantas horas trabajes, o a qué hora: si trabajas en tu casa, de ultima podes medir la productividad conforme al resultado, entonces si tenes que terminar un trabajo para tal fecha (supongamos), y el trabajo está terminado, listo, no importa si lo hiciste en 2 horas o en 200. Si lo terminaste en menos tiempo te queda más tiempo libre para vos.

b) Es cierto lo de la alienación cuando uno trabaja en su casa, a mí me pasa un poco y eso que solo lo hago por la tarde, por la mañana tengo un laburo normal, que más o menos me equilibra el esquema aunque a veces tengo ganas de matar a todos mis compañeros o no escucharlos más por 6 meses... raro. Una de cal y una de arena. Es cuestión de intentar adaptarse a cada situación y verle lo bueno, y decidir si eso bueno es más que lo malo.

c) Taxistas, realmente son un peligro y eso que vivo en lo que llaman el interior... muchas veces he fingido llamar a alguien con el celu pero en realidad no hablaba con nadie, era para que el tipo crea que alguien sabia donde yo estaba.

d) Madres que piden nietos: me ha pasado algo similar, y lo solucioné explotando (error) y luego diciendo que aún no estaba preparada para pensar en el tema (opción correcta), que por favor no quería que me hablen más de eso. Santo remedio.

Suerte!

M dijo...

De seguro con el tiempo te vas arreglando bien con los horarios, para despertarte no probaste aparte del sonido ruidoso del despertador y ponerlo lejos, hacer el intento de levantarte y abrir las cortinas? a mi me costaba horrores levantarme entonces hacía eso y al final me levanto al toque.
Yo con lo del taxista me hubiera vuelto loca, me tiraba del auto y corría entre las tumbas, y con la llave lloraba hasta que no me queden lágrimas.
Beso

Anónimo dijo...

Me llegó al corazón esa cosa tristona de tu post; parecieras estar pasando por una crisis. Pero bien, eh? crisis significa cambio, y los cambios siempre son para bien. Arriba!
Opción para despertarte: mentite. Cuando suena el despertador, levantate y andá al baño diciéndote que después de lavarte la cara, te prometés volver a acostarte.Y una vez que te lavaste tres veces con agua fría, miráte al espejo y decite convencida: ya estoy para levantarme,a aprovechar el día!! (suele funcionar)
Besos
Lilibet

Anónimo dijo...

Me llegó al corazón esa cosa tristona de tu post; parecieras estar pasando por una crisis. Pero bien, eh? crisis significa cambio, y los cambios siempre son para bien. Arriba!
Opción para despertarte: mentite. Cuando suena el despertador, levantate y andá al baño diciéndote que después de lavarte la cara, te prometés volver a acostarte.Y una vez que te lavaste tres veces con agua fría, miráte al espejo y decite convencida: ya estoy para levantarme,a aprovechar el día!! (suele funcionar)
Besos
Lilibet

Anónimo dijo...

Me llegó al corazón esa cosa tristona de tu post; parecieras estar pasando por una crisis. Pero bien, eh? crisis significa cambio, y los cambios siempre son para bien. Arriba!
Opción para despertarte: mentite. Cuando suena el despertador, levantate y andá al baño diciéndote que después de lavarte la cara, te prometés volver a acostarte.Y una vez que te lavaste tres veces con agua fría, miráte al espejo y decite convencida: ya estoy para levantarme,a aprovechar el día!! (suele funcionar)
Besos
Lilibet

hikikomori dijo...

es una de las entradas más lindas que leí en los últimos y no tan últimos tiempos.
yo sufro mucho en los taxys, también me brotan ecuaciones sin resolver y me agarran miedos masivos, todos juntos, mirando el reloj que va cobrando más y más mientras me siento más y más perdida y con problemas y con miedo a no encontrar nunca una calle conocida.

lulu dijo...

Los dos primeros párrafos me identifican totalmente!!! cambiando trabajar por estudiar para un final. desgano, intentar levantarse temprano y no poder, pensar que estudié todo el día cuando me la pasé haciendo otras cosas. terrible.
un beso!!

Jerome Turner dijo...

este no es un blog de levante? me parece que me equivoque(?)

Exploding girl dijo...

Que vacío que resulta de ese 'estar bien-sentirse raro al borde de mal'. Eso de no tener razones reales para estar desanimado pero que cualquier cosa que sale mal -particularmente las que hacemos mal por no prestar atención- te lleva al borde de un ataque. Va de la mano el sentimiento con el no poder arrancarse de las sábanas, que la cabeza te pese 15 kilos y se complique levantarla de la almohada.
Que buena descarga, lástima que ando en la misma y me cayó pesadísimo leer lo que me andaba pasando y que todavía no había hilado..ahora me siento mej..NOT

Anabella dijo...

Senti toda la desesperacion, una locura. Escribis tan bien, Ramera.
Cosas que pasan.

vera miloideo dijo...

a mí me pasó un tiempo en que no hablaba, pero veía gente. es raro, como que después te cansa decir cualquier cosa. es vicioso!. y no hace ud ramera ninguna actividad extra? deportes o alguna cosa, si es que tiene el tiempo. apuesto que se siente mucho alivio poder escribirlo. saludos :)

Lola dijo...

uffffff y si es asi, hay veces q se acumula todo y es dificil ver las cosas desde afuera, todos nos supera, incluso la pavada mas grande. por eso necesitamos parar la pelota y observar e ir desarmando esa maraña d "problemas" q al fin y al cabo no son tan graves

Anónimo dijo...

¿Por qué a tu mamá le preocupa tanto tu maternidad? Qué le estará pasando a ella con eso, no?

Oscar Wild dijo...

Adoptá o robá un perro, o una comunidad de hormigas, o un perro con una comunidad de hormigas en él; cualquier cosa animada pero sin la facultad del lenguaje.
Esa es mi sugerencia.
Taluego

Mercedes. dijo...

Este texto me dejo un sinsabor amargo en la boca.
Las veces en las que nos encontramos con encrucijadas, recuerdos pasados que nos invaden y nos perturban, nos confunden, miedo a lo que viene o vendrá. Son miedos por no tener la mente ocupada con actividades, me ha pasado, ese vacio latente que invade cuando algo no sale como queremos, o el miedo repentino de perderlo todo.

Pude sentir todo ese terror, que bien que escribís!
Un placer como siempre leerte.

Saludos Minita.

Lula Fenomenoide dijo...

Vos sabés que yo también estoy mal? Y estoy de vacaciones. Soy horrible.