sábado, 18 de enero de 2014

Berlín - Tempelhofer Park

Yo no sé por qué quería conocer Berlín pero quería conocer Berlín.
Ahora que conozco Berlín digo que Berlín es el mejor lugar que pisé en la vida pero todavía no sé dos cosas: si conozco Berlín y si me gusta Berlín porque quería conocerla aunque no sé por qué quería conocerla o si realmente me gusta Berlín. De una u otra forma el diario de viaje quedó interrumpido cuando volví a Buenos Aires. Tengo una libretita que acusa qué hice cada día en Bélgica y qué hice cada día en Berlín y al menos una vez por semana desde mi vuelta me prometí terminar el diario. Pero cuando el tiempo pasa un diario deja de ser un diario y se vuelve imágenes mezcladas, anécdotas cruzadas, paseos inventados. Quedan recortes. Este, por ejemplo, es un recorte del primer día en Berlín.

Llegamos al Tempelhofer Park un poco después del mediodía. Fueron casi cinco kilómetros que hicimos, tranquilos, mirando cada pavada que se nos cruzaba, asombrándonos de todo y pensando, todavía, casi después de un mes de viaje, que no era posible que estuviéramos en Europa. Cosas de pobres.


El Tempelhofer era un aeropuerto que funcionó con interrumpciones, desde el 1923 hasta el 2008, pero hoy es un parque, el parque público más grande de Berlín y creo que el más grande que haya visto en mi vida. A simple vista (al primer vistazo) se presenta como un descampado enorme en el que a simple vista (al primer vistazo) no hay nada: no hay árboles, no hay juegos de plaza, no hay circuitos de circulación, no hay flores, no hay gente. Es cuestión de volver a mirar, de caminar un poco, de meterse más, para descubrir que el Tempelhofer es mucho más que un descampado sin árboles y mucho más que un parque en medio de la ciudad. Tiene mini golf, un templo shaolin, pistas para correr, andar en bicis, rampas de skate, a lo lejos la construcción que era el aeropuerto, pistas de aterrizaje, un festival anual de barriletes y de unos cosos inflables, recitales (por ejemplo, en septiembre de 2013 tocaron Blur, MIA, los Pet Shop Boys, Tomahawk). Es, de verdad y desde donde se lo mire, inmenso.


El parque tiene, por ejemplo, una sección de jardines (Allmende-Kontor, una traducción muy pobre sería "oficina para espacios comunitarios" y es una traducción muy muy pobre porque el proyecto tiene que ver con jardines comunitarios y no con oficinas grises con luces blancas): pequeños espacios en los que la gente arma su parquecito con flores, ingenio y creatividad. En cada lugar libre, un planta. Plantas adentro de botas, sillas en apariencia abandonadas pero en realidad perfectamente planificadas para que uno vaya, mire y disfrute de un verde que en primavera explota y en invierno desaparece casi por completo, una falsa cita de Borges pintada en una madera, un auto de juguete explotado de arbustos y mucha desprolijidad y mi primera y segunda lección sobre los alemanes:
-Son estricta y ordenadamente desprolijos. El paso está un poco alto, no hay "arreglos florales" sino flores, flores, flores, flores.
-No hacen nada porque sí. En este caso, la idea que sobrevuela los jardines comunitarios (estos en Tempelhofer y todos los que me vaya a cruzar en el viaje) es un planteo al problema social urbano, en especial lo relacionado al respeto por la diversidad cultura, social y biológico, la ecología, la educación, la proclamación de una vida saludable, la solidaridad y la inclusión social.






También hay un proyecto escolar que se llama Gecekondu - Über Nacht Gelandet, un proyecto de construcción hecho por niños inspirado en las casas que se construyen los turcos del campo que van a trabajar a la ciudad y no tienen donde dormir y no tienen plata para una casa propia y contruyen una en terrenos públicos donde no pueden contruirlos y las construyen de noche para que nadie se los impida (de hecho, "Gecekondu" son las "villas" turcas, "über nacht" es durante la noche y "gelandet", aterrizado: villas que aparecen por la noche) . O sea.

La idea es que los niños aprendan la importancia del "do it yourself" además de poner en funcionamiento los mecanismos creativos y prácticos para poder construir una casita y que no se desmorone. Y que además logren linkear ese trabajo práctico con otro teórico: el compromiso con la ciudad de la que uno es parte.

Y entonces aprendo mi tercera lección sobre los alemanes: son desprejuiciados. Pueden jugar a construir una villa sin que eso les plantee mayores problemas morales o si eso les plantea mayores problemas morales pueden enfrentarlos y superarlos y seguir jugando a que construyen una favela y pueden dejarlas en exposición ahí, rodeándose de pastos y con las maderas pudriéndose porque sí, no iba a ser de otra forma, los materiales que usan para sus favelitas son naturales y reciclables.



Lo anduvimos en bici de una punta a la otra, lo rodeamos lo más que pudimos aunque seguramente no lo visitamos enteramente. Terminamos preguntándole a un guardia cómo podíamos volvernos a casa, nos dibujó en las afueras del mapa del parque y nos fuimos como nos dijo pero no llegamos a casa: nos cruzamos con mi primer cementerio de Berlín.



5 comentarios:

JLO dijo...

me decís Berlín y eso me trae a la mente a Bowie... pero bueno, él no está ahí para visitarlo ja...

parece raro ese lugar, no sé, me da la sensación que los alemanes tienen cero onda... pero bueno, vos lo sabés porque yo no fui...

ahora me fijo donde mas estuviste así opino con mas onda ja... salu2...

Anónimo dijo...

Te empecé a leer y no paro. Qué accidente tuvo tu hna? Disculpa, pero me da mucha curiosidad. Con respeto.

maru dijo...

jlo, los alemanes tienen mucha mucha onda

anonimo, no te disculpes. tuvo un accidente de auto en el 2004 y murió en el momento. tenía 29 años

maru dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Gracias por tu respuesta. Que mierda esas cosas. Impotencia. Un saludo.