Mientras volvíamos la noche anterior
con los pies casi ampollados, le pregunté a Juan cómo hacían los españoles para
beber como beben y al día siguiente levantarse para ir a trabajar. No
encontramos respuesta pero sí nos dimos cuenta que éramos muy afortunados:
podíamos elegir dormir. La idea inicial era arrancar temprano, ir al Tibidabo,
ir a Gracia, ir a la Barceloneta pero cuando nos dimos cuenta eso de que
podíamos elegir dormir. A la mañana siguiente desayunamos pan con queso y mate
mientras preparábamos dos bolsos de mano para irnos seis días a Mallorca a
visitar el hermano de Juan. El resto de valijas teníamos que llevarlas a la
casa de otro amigo y de ahí ya nos íbamos a la aventura.
Llegamos a lo de Gaby, no lo conocíamos
y nos cayó tan pero tan bien que estamos cruzando los dedos para que cuando
volvamos de Mallorca podamos hospedarnos en su casa. Nos dijo que Manchester
(el bar que buscamos y buscamos y finalmente encontramos) está lleno de guiris, nos
ofreció una cerveza y dijimos que "No, gracias, recién nos
levantamos". Nos mostró su casa, nos presentó a un amigo que está ahí
parando y que es sobrino de su ex novio (un muchacho divino de Sevilla que dice
"hatsa", "batsa", "gatsa", que muchas veces pasa
por gay pero no lo es y yo tengo la teoría de que usa eso a su favor para
conquistar señoritas). Nos volvieron a ofrecer cerveza y nosotros somos del sí
fácil así que la aceptamos. Después llegó otra parejita que pasaba no sé si a
buscar algo o dejar otra cosa pero me cayeron muy bien, en especial él, que
cada vez que se dirigió a mi agregó "Guapa" al final, eso siempre se
agradece y cae bien, las minitas somos así.
Una nota al margen: el nomadismo me cae
cada vez mejor.
Pedimos indicaciones para ir al
Tibidabo, un monte que queda frente al Montjüic pero que es más alto. Había que
hacer varias combinaciones de subte, tranvía y por último funicular así que
presté toda la atención que pude pero mi atención nunca es suficiente, siempre pienso
que estoy escuchando y a las dos cuadras cuando repito mentalmente las
instrucciones me quedan por la mitad. Compramos en un super unos fiambres,
queso, pan, agua y snacks (yo elegí unas papas fritas de lo más normales y Juan
unos snacks de cerdo que tenían un leve sabor a bacon pasadísimo y muchísmo
muchísimo sabor a una grasa espantosa que se quedaba pegada al paladar, probé
uno yo y uno él y los tiramos a la basura). Gastamos 9 euros en total.
Cuando llegamos al punto de tener que
combinar con el tranvía nos enteramos que el tranvía funciona algunos días y
otros no, así que yo, que tenía muchas ganas de andar, tuve que conformarme con
un colectivo normalito. Por último el funicular (sale casi 8 euros pero vale la
pena, también puede subirse en auto), que sube los últimos quinientos metros
hasta la punta del Tibidabo desde donde se ve la ciudad muy chiquitita. Hay una
iglesia viejísima que se construyó alrededor de una ermita. Esto lo estaba
contando un viejito que estaba medio de guía y que también dijo que a Gaudí las
cosas se las dictaba Dios y que las cosas de Dios son así -mientras levantaba
los brazos al cielo. Cuando nos vio comiendo sanguchitos al costado de la
iglesia nos dijo "Buen provecho" y se fue con su grupo mientras nosotros
pensábamos si seguir sacándonos fotos o qué.
El funicular pasó a ser mi trencito preferido en el mundo |
Arriba del Tibidabo hay un parque de
atracciones bastante deprimente y algunos restoranes y un barrio brutal en el
que hay unas casas brutales, algo muy de ensueño, algo que mirás y decís
"Si yo pudiera vendría a vivir acá". Caminamos bastante por todos los
alrededores. Le dije a Juan que no estaba segura de haber empacado bien lo que
necesitaba para Mallorca y me dijo que no me preocupara, que mientras tuviera la
malla estaba todo bien. Parece guionado pero no: le respondí lo que en ese
instante acababa de darme cuenta, “me olvidé la malla”.
Claro que nunca jamás en ninguna foto la vista es tan espectacular como en vivo |
Tirando facha |
Me enamoré de todas las vistas,
olí todas las flores, miré el cielo pensando que lo tenía muy cerca, sentí
vértigo mirando un juego parecido a una vuelta al mundo, pensé que ese era un
lugar ideal para ir a suicidarse. De una camioneta bajaban manteles y mesas,
Juan preguntó si había un evento y el de la camioneta le contestó que sí, un
casamiento. Guau.
***
Llego al barrio de Gracia y lo primero
que pienso es que ya no estoy en Barcelona pero sí, estoy. Las calles son
anchas y coquetas. Hay viejas regias mirando las vidrieras de locales regios
como Prada, Escada, Hugo Boss, Louis Vuitton. Saco algunas fotos de algunos
vestidos que me gustan, digo "guau" frente a cualquier cosa, me
imagino en esos tapados con esos anteojos con ese glamour, esas cosas que
hacemos los de la clase media aspiracional. Camino entre panaderías con decenas
de tipos de panes, me divierto con un muñequito como los de jengibre pero de
bola de fraile, me parece un downgrade bastante interesante. Compro uno y lo
como, con el primer bocado me encanto con el relleno pero al segundo me doy
cuenta que no tiene ningún relleno sino que la parte del medio está un poco
cruda. Me habían dicho que el barrio era como un Palermo pero yo lo pienso más
como una Quinta Avenida aunque no conozco ni sé cómo es la Quinta Avenida y a
la avenida Quintana.
Si esto fuera lo primero que visito de Barcelona o que si
por una de esas casualidades vengo un día y conozco sólo esto me iría pensando
que Barcelona es demasiado careta, que no vale la pena. Por suerte es mi
segundo día y pienso este lugar tan extraño como la contracara de lo que vi el
día anterior, del Gótico, del Raval, de los bares, las callecitas angostas y
los jóvenes despreocupados hasta que llego a La manzana de la discordia (no
diré demasiado porque para algo está Wikipedia).
La Pedrera, Gaudí |
La Pedrera, Gaudí |
Casa Batlló, Gaudí |
Casa Amatller, Josep Puig i Cadafalch |
Casa Amatller, Josep Puig i Cadafalch |
Gaudí me gusta. Mucho, me gusta.
***
En el subte de vuelta Juan me convence
de pasar por donde están nuestras valijas y que si de casualidad está el dueño
de casa, Gaby, puedo buscar mi traje de baño y tomar sol tranquila como estaba
planeado desde hacía varios meses. Gaby estaba en su casa. Tengo malla para
Mallorca.
***
Es nuestra última noche en el
departamento al que llegamos desde Buenos Aires. Estamos solos porque Kris está
trabajando. Nos sentamos en silencio cada uno con su compu y seguimos en
silencio varias horas: no estamos acostumbrados a estar tanto tiempo juntos.
Comemos pan con alioli y pan con queso y escalivada. Tomamos cervezas y entre
lata y lata secamos la cocina porque se está descongelando la heladera. El gato
de la casa nos mira con cara de enojado (su cara por default) y el perro ronca.
Es una noche como cualquier otra, casi como nuestras noches en Paternal, salvo
que mañana nos tenemos que levantar a las seis de la mañana, estar en el
aeropuerto a las siete para subirnos a un avión a las ocho y llegar a las nueve
a Mallorca.
1 comentario:
Me parece a mí que te estás confundiendo el barrio de Gràcia con el Passeig de Gràcia. Gràcia -el barrio, aka Vila de Gràcia ya que antiguamente era otro pueblo- es, justamente, uno de los barrios más barrios de barcelona, con tiendas de las de toda la vida y reducto del catalanismo más heavy. Forma parte del distrito de Gràcia que incluye otros barrios, como Vallcarca/Penitents, de camino al Tibidabo.
http://es.wikipedia.org/wiki/Distrito_de_Gracia
http://www.bcn.cat/publicacions/Cartografia/bcn.pdf
El Passeig de Gràcia corresponda a l'Eixample, y es superpijo. Y la Rambla Catalunya, que corre paralela, lo és aún más, aunque no tanto como la zona alta de la Diagonal, de Francesc Macià hacia el Noroeste -Sarrià, Pedralbes...-
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