La noche anterior volvimos de la fiesta de la playa y cuando quisimos abrir la puerta del departamento no pudimos. Probamos varias veces y no hubo forma así que mientras tocaba el timbre estaba rogando que la otra chica que vive acá estuviera y pudiera abrirnos. Tuvimos suerte. Dormimos casi hasta el mediodía y hablamos con Nadia que nos dijo que fuéramos hasta su trabajo a buscar otro juego de llaves así que nos subimos a subte, a otro subte y a un tranvía y llegamos al Hospital San Juan Despí donde conseguimos la llave del departamento que sí funcionaba.
Le preguntamos a Nadia y su compañera de oficina cómo ir a la champañería Can Paixano y la compañera de Nadia dijo que le sangraban los oídos de escucharnos, y como nadie entendió, explicó que acá en Barcelona se le dice "cava" porque champagne es la denominación francesa y medio que hay competencia o algo. Cosas de españoles. Ya no recuerdo cómo llegamos a la champañería pero cuando llegamos no entendimos nada: detrás de una puerta se apelotonaban decenas de turistas gritones y borrachos. Ni bien entré hubo dos o tres que me hablaron o me quisieron hablar o me quisieron vomitar. Cada copita de cava salía entre 1 euro y 2,5 y había de varios tipos. Y atentos con esto: sí o sí hay que pedir algo para comer con cada copa. Debe ser que los muchachos de la cava ya han tenido suficientes problemas y decidieron poner esa regla que vale mucho la pena: la comida está buenísima. Nosotros gastamos 20 euros en total y bebimos 5 copas de diferentes cositas, más un sanguchito de bacon, cebolla caramelizada y brie (mi preferido), otro de jamón y camembert (mi segundo preferido), unas salchichitas, queso manchego y una butifarra con cebollas (espantosa). Salimos medio en pedo y riéndonos de cualquier estupidez y quedamos de la panza el resto del día.
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Cava Can Paixano, Carrer de la Reina Cristina, 7 |
Caminamos hasta el barrio del Born y terminó siendo uno de mis lugares preferidos en Barcelona. Había muchas familias jóvenes y modernas y cool, muchos localcitos de diseño, una dietética donde compramos chocolate con canela, té, sidral; fuimos hasta el Mercado del Born pero estaba cerrado porque está en plenas refacciones (le preguntamos a un señor si ese era el mercado y nos dijo que "sí, pero ahora está cerrado, vayan por la puerta a ver si hay alguien") así que nos caminamos todo el barrio, tomamos unos jugos porque tanta grasa en la champañería nos dejó sedientos y de repente llegamos a una plaza multicultural (más aún que todo el resto de Barcelona) donde había una huerta comunitaria, unos baños públicos llenos de caca, muchos niños jugando al fútbol, mujeres cubiertas con sus hijos chiquitos en los juegos de plaza. Seguimos caminando y terminamos saliendo por casualidad en el Arco del Triunfo, lo miramos y dijimos "muy lindo todo pero lo interesante está allá" y estábamos señalando un pastor de alguna religión que había organizado un evento y contaba un cuento fantástico sobre diablos y traiciones y corazones rotos, infiernos y salvación.
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Le rompí los lentes a Juan |
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Mercado del Born, cerrado |
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Sidral, es como lo de adentro de los Fizz, vicio. |
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Cuadritos kitsch en algún lugarcito del Born |
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Pavadas de todo tipo para la bicicleta |
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Un favor |
Volviendo
a casa (o intentando volver) nos cruzamos con la iglesia Santa María
del Mar, alguien nos la había recomendado y nos pareció tan grande que
quisimos verla por dentro pero estaba cerrada. Nos sentamos en la plaza a
la que da uno de sus laterales y miramos un rato largo un monumento
minimalista que hay ahí y que, en contraste con la fachada de la pared
de la iglesia, se volvía más atractivo. Pasamos el tiempo haciendo nada y
volvimos a casa. Lo único que queríamos era dormir.
Cuando
llegamos al departamento nos contactamos con unos amigos de Argentina
que acababan de aterrizar acá. Dijimos que estábamos muy cansados y que
al día siguiente hacíamos un plan que durara todo el día pero Nico
insistió así que media hora más tarde lo tuvimos a él, a Ailén y a
Marina (la prima de Nico que vive acá) en la puerta de nuestro
departamento. Salimos a tomar cerveza en 4 bares diferentes, uno por acá
en Poble Sec (el barrio donde vivimos), otra en Manchester, otra en un
bar medio punk que si tuviera que decir cuál era no tengo idea, y una
última en un bar irlandés. Nos contaron de su viaje y nos dieron
consejos para el nuestro. Nos reímos y nos pareció increíble estar como
estamos en Buenos Aires, tomando cerveza y hablando boludeces pero en el
medio de Barcelona.
Volvimos
caminando a casa. Queríamos un shawarma pero ya estaba todo cerrado, a
las cuatro de la mañana en las calles de Barcelona hay rubios nórdicos
gritando y tambaleándose y "pakis" vendiendo cerveza. Siempre hay "pakis"
vendiendo cerveza.
4 comentarios:
No dejes de ir a Santa Maria del Mar. Leiste "La Catedral del Mar"? Es esa.
La denominación Champagne sólo puede ser usada, legalmente, para los vinos producidos producidos por el método champenoise en la región de Champagne. Cuando se impuso la denominación de origen, hace ya varios años, al principio de agarraron de los pelos pero al final fue beneficioso porque los espumantes de otros lados adquirieron su denominación propia: prosecco, cava, sekt, crémant... No sé cómo estará regulado el asunto en Argentina y qué palabra aparece en las botellas de Monitor.
Can Paixano es lo más.
La palabra "paki" es SUMAMENTE derogatoria, es bastante racista decirles así. Yo lo pondría en equivalencia con "bolitas" o "paraguas". Te digo para que estés al tanto, quizás la usás sin saber que estás siendo ofensiva y pasás por racista cuando no lo sos. O tal vez seas racista y no tengas problema con eso (cosa que no me incumbe, no vine a juzgar) de igual modo me pareció adecuado advertirte.
jajajjajajajajajajajaajja LA FOTO DEL LENTE ROTOAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJA
Sol, recién leo tu comentario. Está bien, es muy progre lo que decís, pero te lleva a un lugar equivocado. Las palabras tiene un contexto, un sentido, un uso cultural y cotidiano mucho más extenso que aquello que designan (por suerte). Paki no es un término denigratorio, al menos no por sí solo. De lo contrario el noventa por ciento de la sociedad española estaría discriminando, cuando en realidad agrupar a los musulmanes bajo el genérico paki es una forma (y no la menos importante) de integrarlos. Que formen parte de su cultura, como los chinos en nuestro país.
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