jueves, 31 de marzo de 2011
Momentos lindos (I)
miércoles, 30 de marzo de 2011
martes, 29 de marzo de 2011
Esas fiestas que angustian
No estoy para esos trotes
lunes, 28 de marzo de 2011
Un cuento de hace mucho
Mirá pibe, yo te voy a cantar la justa. En las filmaciones hay tres grupos de tipos: los giles que levantan minas, los putos y nosotros. Si vos mirás desde acá te das cuenta al toque. Esos que corren y gritan por cualquier cosa, esos son los que levantan minas. Los de allá, que peinan a la actrices y arreglan floreritos, son los maricones. Y acá, nosotros, los fleteros y eléctricos, miramos todo de lejos. Y nada mas. No nos mezclamos con el resto. Cada uno hace la suya, y listo.
Yo no te lo digo porque te quiero cagar la mina, yo tengo códigos. Te lo digo porque ya la viví. Porque aprendí que acá no hay que zarparse. Y lo aprendí a los sopapos viejo, como se aprenden estas cosas.
Hace algunos años yo era un pibe asi como vos ahora, medio soñador. Pensaba que con la facha podía ganar lo que quisiera. Y ojo que mal no me iba, era un ganador. Había entrado a trabajar como fletero en las filmaciones, y el primer día que arranqué, ahí nomás la conocí.
Nunca en mi vida había visto una mina así. Era rubia, alta, flaca. Tenía unos faroles celestes que partían la tierra. No sabés lo que era. Y mirá que yo había estado con unas yeguas bárbaras. Pero no se comparaban con esta. Carolina se llamaba. ¿Viste el tema “Estar con un angel”? No pongas esa cara, gil. ¡El León Santafesino! ¿No lo conocés? Leo Mattioli, papá. El Sandro de la cumbia. Si habré ganado minas en sus recitales… El tema dice: “Amarte así fue lo mejor que me pasó, pude sentir, que mi vida empezó de nuevo cuando te conocí”. Y fue eso, loco. Yo la vi y sentí que mi vida cambiaba.
Carlina trabajaba con los de la cámara, asi que se la pasaba meta ir y venir al camión, y cada vez que pasaba a mi me agarraban escalofríos. Pero yo no soy ningún paspado, y en esos tiempos menos, asi que empecé a charlarle. Empecé a chamuyarla con boludeces, cada vez que pasaba yo la saludaba, le decía un piropo, o un chiste, o le preguntaba si sabía a qué hora parábamos a comer. Cualquier cosa le decía, con tal de que me mirara con esos faroles. Y la mina respondía. Se quedaba charlando conmigo, se reía de la boludeces que yo largaba, algunas veces habían tenido que venirla a buscar, porque se colgaba ahí conmigo.
Asi todos los días. Yo me quedaba cerca del camión a esperarla. Todo el día como un boludo, sentado en la reposera, viéndola ir y venir. Cada día que empezábamos yo prometía que ese día la invitaba a tomar algo, pero no me animaba. ¿Podés creer, con lo gato que soy yo que no me le anime a una mina?
Hasta que un día se me dio. Uno de los de producción nos avisó que a partir del día siguiente las filmaciones serían en Ezeiza, y no había presupuesto para traslados, teníamos que ver cómo nos arreglábamos. Unos hijos de puta, siempre hacen esas cosas. Si la hubieras visto, a la rubiecita se le vino el alma al suelo, porque casi no tenía amigos, era nueva en el ambiente. Entonces me acerqué y le pregunté dónde vivía. En Ramos boludo, podés creerla. Yo en Morón y ella en Ramos. Ahí nomás le dije que no se preocupara, yo la podía pasar a buscar por la estación todos los días. Y asi fue. Todos los días, a las ocho de la mañana, yo tocaba bocina y ella venía corriendo a la camioneta, dando como saltitos, sonriendo, y charlaba todo el camino. No tengo idea qué me decía, porque yo chivaba como un hijo de puta y no quería que se me notara. Era lo único que pensaba. En eso, y en ella. La miraba hablar y se paraba el mundo hermano, nunca me había pasado eso, tenía que contenerme para no tirame encima de ella, porque no daba, no era de esas minas.
Un martes a la mañana, mientras la vieja me cebaba unos mates, le conté. Ella me dijo: “Nunca le hagas a una mujer algo que no te gustaría que le hicieran a tu mamá o a tu hermana”. La miré y me cagué de la risa. Era el mismo verso que me había dicho desde los doce. Yo nunca le hice caso, sino no la hubiera puesto en la puta vida. “A las mujeres nos gusta el romanticismo, que nos dediquen canciones, o que nos regales flores. Eso tenés que hacer: regalale una rosa roja”. Y me volví a cagar de la risa, mirá si yo me le iba a aparecer a la rubia con una flor en la mano, como un flor de pelotudo iba a quedar.
Ese día pensé cómo declararme, pero tenía un cagazo de la conferencia. Tipo siete de la tarde cerramos todo y la rubia se subió a la camioneta. Cuando estábamos por Liniers, pensé “Es ahora o nunca”, asi que metí el cd del León y puse ese tema que te dije antes, después te lo voy a pasar. ¿Y sabés lo que pasó? La rubia se puso a cantar. Casi me muero. Frenamos en un semáforo, el tema ya había terminado, la miré, y se lo dije: “Cada vez que escucho ese tema me acuerdo de vos”. Ella sonrió, y el puto semáforo cambió a verde. Llegamos a la estación de Ramos, y cuando se acercó para darme un beso, ahí nomás la agarré de la nuca y me la trancé.
Apenas llegué a lo de la vieja le conté. Estaba feliz papá, nunca en la vida me había sentido así. Era un winner. Mientras le contaba me suena el celular. Mensaje de la rubia: “Mañana voy por mi cuenta. Saludos”. “¿”Saludos”? Mandala a la mierda”.
Al otro día llegué temprano a la filmación, y Carolina todavía no estaba. Al rato la veo aparecer, se había venido en un remís. Me hice el boludo, porque tampoco quería quedar como un pollerudo, pero apenas entró al camión me metí con ella y la agarré de atrás. “Qué hacés tarado, me asustaste”, yo me reí y me acerqué para darle un beso, pero la mina corrió la carita, y se fue a la mierda. Cuando llegó la hora de irnos, fui donde estaba ella y le ofrecí llevarla, “Sin compromiso” le dije, mirá qué chamuyero, y ella agarró viaje. En el camino no dijo nada, y yo tampoco. No sabía bien qué onda, y no quería cagarla. Llegamos a la estación, y de nuevo, cuando viene a darme un beso, la agarro de la nuca, y cuando la tengo a un centímetro, me dice, la yegua: “Vos sabés que yo tengo novio, ¿no?”. Yo me quería pegar un tiro en las bolas, pero me hice el otro, escuchá lo que le dije: “No te preocupes mami, no soy celoso”. Y con eso la maté. La piba se me enroscó, me empezó a manosear el paquete, y yo las tetas, la empecé a empujar para atrás, ahí donde está el catre, y me frenó. Dijo “me tengo que ir, mañana a las ocho acá”, se bajó, y desapareció. Ni tiempo para decirle “chau” me dio.
Y así seguimos. A las ocho la pasaba a buscar, nos toquetéabamos un rato, trabajábamos, volvíamos en la camioneta, nos volvíamos a toquetear, ella decía que se tenía que ir y listo. Dos semanas me tuvo asi, imaginate cómo estaba yo, no aguantaba mas. “Tengo miedo”, me dijo un par de veces. Yo quería respetarla, qué se yo, supuse que tendría cagazo de enamorarse, y no la culpo. Además estaba el novio, ella decía que estaban mal, y yo la convencía de que lo dejara, pero nada. Durante la filmación ni de reojo me miraba, pasaba por al lado mio y no me contestaba, ni se reía de mis chistes, nada de nada. Pero en la camioneta… en la camioneta se prendía fuego.
El último día de filmación, cuando volvíamos de Ezeiza, aflojó un poco. “Mañana, después de la fiesta, si querés podemos irnos juntos”.
Imaginate cómo quedé. El viernes estaba feliz, por fin me la iba a garchar y ella finalmente se iba a convencer de que lo mio era en serio. Estuve como un boludo todo el día, pensando giladas de mina, qué ponerme, a qué hora caer, qué decirle, esas pelotudeces. Los pibes vinieron a casa a la tarde y me tocaban el culo porque decían que me había vuelto maricón. Lo que pasa es que no entendían, ellos nunca se habían enamorado. Elegí la mejor pilcha, la vieja me ayudó, me puse perfume loco, yo en mi vida me había puesto perfume. Tipo once de la noche, salí para la fiesta.
Apenas llegué, la busqué por todos lados. Fui pasando de una pista a la otra, el lugar se zarpaba de grande, hasta que la vi. En medio de la pista, la rubia meneaba las caderas que daba calambre. No me acuerdo, pero creo que bailaba uno de Gilda. Pensé que si se movía asi en las pistas en la cama sería una guerrera. Me acerqué a ella, de a poco, poniendo cara de gato, mirándola fijo, con seguridad, como diciéndole “No sabés la que te espera”. Y cuando estaba a dos metros, porque te juro que no eran más de dos metros, se acerca uno de los giles y la agarra de la cintura. Y la muy yegua, en vez de correrlo, se le prende como una garrapata. Empezaron a bailar ahí, delante de todos, medio a manosearse, como un baile medio sensual. Me quedé ahí, parado como los boludos que esperan el semáforo para cruzar. Y la miré un rato, pero ella estaba tan prendida al mono ese que ni siquiera se dio cuenta. Después desaparecieron. Agarraditos de la mano desaparecieron.
Yo me fui al parque a fumar. Me quedé ahí sentado, pensando en la muy hija de puta de Carolina, y no sé cuánto tiempo habrá pasado, que la veo atrás de un árbol, haciéndome señas. La mina dele que dele revolear los brazos y señalar cosas que yo no veía. Al principio no le di ni la hora, pero en el fondo soy un caballero, asi que terminé por acercarme y preguntarle qué le pasaba. “Qué te pasa boluda, que andás haciendo señas como si fueras sordomuda”, eso le dije, pero cariñosamente. La mina desembuchó. Yo no entendía bien, porque estaba medio en pedo y encima la rubia hablaba bajito, pero parecía que el gil que se había tranzado era el novio de una de producción, o de dirección, eso no lo entendí. Y que ahora la mina estaba recaliente. No la quería cagar a trompadas, porque ellas no son de hacer esas cosas. Pero capaz le quería arrancar un par de mechas, no sé. La cosa es que yo la camuflé un poco a la rubia, le di mi campera, ella se hizo un rodete, y pasamos de largo sin saludar a nadie, hasta la salida del boliche.
Cuando se subió a la camioneta no dijo nada. Y después tampoco. Ni nos mirábamos. Ella sabía que se había mandado dos cagadas en una noche, o tres si contás que lo estaba gorreando al novio. Y yo… la verdad que yo tenía ganas de llorar. Pero ni en pedo delante de ella.
Puse el cd del León, y volví a poner el mismo tema una y otra vez, hasta que la dejé en la estación. El tema decía: “Tramposa, algo altanera y mentirosa. En el amor, la más tramposa. Y yo vivo loco por tus besos, en tu boca sigo preso, condenado a la locura y he de morir por tu hermosura.”
Me vino
miércoles, 23 de marzo de 2011
martes, 22 de marzo de 2011
Estoy así
domingo, 20 de marzo de 2011
sábado, 19 de marzo de 2011
Ansiedad
Desayuno en la cama
viernes, 18 de marzo de 2011
El grupo de pertenencia
Susanita
El baby shower
El baby shower era a las seis y media de la tarde pero empezó casi a las nueve de la noche. Había globos celestes, banderines celestes, carteles con letras celestes, galletitas en forma de: babero, mamadera, nenito y chupete, todas decoradas con granas celestes. Había floreros celestes, cintas de raso celestes, una torta con forma de estrella toda celeste, barquitos celestes llenos de caramelos; y muffins, también con granas celestes, y con un palito y un osito de goma eva clavado en la punta. Una sobredosis de celeste que tumbaba, y a mi que me torra que el rosa sea nena y el nene sea celeste.
Después, lo de siempre. En qué andás. Tanto tiempo. Qué contás. Cómo va tu vida. Estás de novia. Seguís viviendo en Belgrano. Seguís viviendo sola. Nada del otro mundo, esas conversaciones tipo ayuda memoria que se tiene con la gente que alguna vez fue muy cercana y ahora no tanto. Las organizadoras eran mi grupo de amigas del polimodal (yo soy joven, mami), con las que me sentaba en el colegio (teníamos regias mesas grupales), con las que salía a bailar. Las que se quedaban a dormir en mi casa. Las de las primeras vacaciones en Gesell. Las de las primeras borracheras no tanto, porque yo no tomé alcohol hasta los 22, cuando me separé grosso de mi ex por primera vez y me ahogué, literalmente, en un vaso de vino. Las que me hacían reir y llorar y divertirme y aburrirme, mis amigas del colegio.
Anoche estábamos de vuelta todas juntas, pero yo no soy la misma. Y creo que ellas tampoco. Ellas organizaron el baby shower para la sexta integrante del grupo, la primer embarazada, la única con la que sigo teniendo no sólo contacto, sino una amistad fuerte como una represa: nada nos puede pasar. Me sentí ajena por momentos, como la observadora de una sitcom de un grupo de amigas de toda la vida. Yo era el espectador nomás. Les saqué fotos a ellas, las organizadoras y la embarazada, no me pareció que yo tuviera que participar de esa foto: yo no soy parte de ese grupo. Me dio un poco de tristeza, haberme alejado de ellas (porque fue mi culpa: yo empecé el CBC y me puse de novia y seguí trabajando, todo al mismo tiempo, y tuve que cortar con algo, y me equivoqué y corté con ellas), ser una desconocida, en lugar de estar ahí organizando qué galletitas, qué regalo y cuántos globos. Así, al menos, no todo hubiera sido celeste bebé varón.
jueves, 17 de marzo de 2011
¿A vos también te pasó?
martes, 15 de marzo de 2011
Y además
Otras cosas que me pasan
Lo único que tengo claro es que, posiblemente, los pies sean lo mas feo del cuerpo humano
lunes, 14 de marzo de 2011
Estoy rozando el personaje antisocial
jueves, 10 de marzo de 2011
O quizás sea yo nomás, que últimamente ando enganchándome en cualquier pavada
Cosas intensamente tristes
lunes, 7 de marzo de 2011
Detengan todo: hay un niño en la sala
viernes, 4 de marzo de 2011
Me compré una alfombrita para mi casa y no veo la hora de llegar y ponerla en mil lugares diferentes y no decidirme por ninguno
Ando curándome de la decepción y la tristeza comprando estupideces por internet. Y no vengan a decirme que eso de comprar compulsivamente no soluciona nada porque no tienen idea el estado de crispación en el que ando últimamente.